Hoy he tenido la comida de empresa. Hemos ido todos a comer
menos un compañero. Nunca viene. Llevo varios días nerviosa porque también
vendrá mi ex. La cosa no está para echar cohetes, pero seguro que nos acogeremos
bajo el manto de la buena educación.
El viernes me corté el pelo. Por primera vez fui a una
peluquería diferente a la que acostumbro. Más de cuarenta años siendo fiel a la
misma peluquera y ahora, así, sin motivo alguno, la traiciono. El caso es que
me han hecho un corte bien diferente al que suelo llevar. No me disgusta, pero
me veo rara. Suerte que solo me veo a primera hora de la mañana después de
ducharme cuando me peino.
He llegado tarde al restaurante porque tenía una reunión de
última hora con unos clientes. Cuando he llegado todo el mundo estaba sentado y
he tenido que ocupar el lugar que ha quedado en una esquina de la gran mesa. He
dejado mi bolsa y me he ido a lavar las manos. Al ir a entrar al lavabo, salía
mi ex.
—Qué corte más horroroso, estas feísima.
—Pues tú estás guapísima, guapísima por fuera y negra por
dentro.
La he sorteado y he entrado en el lavabo. Mientras secaba
mis manos en la secadora de aire pensaba en la extraña metamorfosis que sufre
el amor en ocasiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario