De nuevo, decidí volver a escribir un diario. Esta vez,
debía ser diferente a todos los que había estado escribiendo a lo largo de mi
vida y, que posteriormente a su escritura, había destrozado.
Quería que fuera un diario escrito con buena letra,
visualmente perfecto, cuyo contenido fuera lo que me ocurriera durante el día
contado desde un punto literario, lleno de sensaciones y sentimientos. Quería
imitar los diarios que hasta ahora he leído de Virginia Wolf, Kandinsky, Van
Gogh, Flaubert, etc…
Quería convertir mis anodinos días en poética y profundidades
y que, si algún día llegaban a ser leídos, quería, transmitieran un mundo
interior lleno de efervescencia, como si mi vida fuera parecida a la de Dorothy
Parker o, tal vez, Machado, o tal vez, alguna de las hermanas Brontë, Charlotte
o Elizabeth.
Llevo ya, cuento, casi seis meses escribiéndolo. A veces,
antes de ponerme a escribir, lo releo un poco y me decepciono. Mi escritura
dista tanto de lo que quiero conseguir. No sé si es que mi vida es tan anodina
que es imposible encontrarle poética alguna, o que soy incapaz de convertirla
en un buen texto. Muchas veces, mi diario parece una sucesión de hechos, ni
siquiera concatenados. Tiende más hacia un dietario en el que solo falta poner
las horas en las que se ha realizado cada tarea.
Sé que no es la primera vez que escribo sobre el tema. Es un
recurrente en mi vida. Pienso en ello mucho. No escribo para ser leída, sino
para leerme. Y “leerme” en el sentido más amplio e incluso metafórico:
entenderme. Cuando me veo reflejada en mis palabras es cuando puedo alejarme un
poco de mí para tomar decisiones en frío. Demasiado enrevesado el interior para
darme respuestas sin tomar distancia.
Llegados a este punto, es cuando suelo desistir de seguir
escribiendo y como el producto obtenido no me gusta toca desguazarlo. No es la
primera vez que pasa y supongo que no será la última. Consecuencia: horas de
escritura aniquiladas.
Esta vez, sorprendiéndome incluso a mí misma, voy a
continuar con mis diarios. Voy a seguir luchando por conseguir el tono y la
calidad que quiero en ellos y, sobretodo, por mejorar su presentación, que a
veces, dista mucho de lo armónico.
Confieso que a veces tengo la sensación de no evolucionar,
de que me siguen preocupando las mismas cosas y que me hallo parada en el
tiempo intentando algo que a lo largo de mi vida no he conseguido. No me refiero
solo al tema de la escritura del diario. ¿Llegaré a cambiar las preocupaciones
que tengo en la vida? ¿Evolucionaré? ¿O lo que me interesa, preocupa y ocupa
son mis universales, para siempre?
Hace tiempo que descubrí que mejor me dejo fluir que me
intento cambiar, siempre llego a mejor puerto así.
4 comentarios:
Fluye, veremos que sale 😉
Besos.
Yo tengo un cuaderno, donde apunto simplemente notas sobre el día. y sus fechas. Deslazadas, sin concordancia, sucesos, ideas, pensamientos.... pero aunque te parezca que no, con el tiempo me han servido, para verme. Yo creo que no deberías tirarlo. No le pidas más de lo que ahora es, pero con el tiempo, te servirá.
Creo que debes dejarte fluir, como dice, Laura. Ese río, llegará a su océano. Estoy segura.
Un beso.
Laura, fluyendo, como toda la vida. ¿Dónde lleva?
Carmela, me ha gustado eso de "no le pidas más de lo que ahora es"... Os voy a hacer caso.
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