Encarcelada en el mismo instante,
dejo que pase el tiempo.
Cicatrizó ya en su momento,
la herida que tú me causaste.
No con ello quiero culparte,
pero así es lo que yo siento;
lanzo un infinito lamento:
te fuiste y te vas,
amor errante.
Alfiletear mi cerebro
es tu forma de
vengarte
y, aunque niegues,
es bien cierto,
que, a pesar del daño,
tiemblo
y no consigo
olvidarte.
Amarte a ti es todo un arte
y me trago tu veneno,
que, a sorbos, saboreo
desde el día en que
me dejaste.
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