Esa ruptura no era presagio de nada. Clara pretendía alejarse de quien le había hecho tanto daño y recuperar esa luminosa carcajada que había sido tan característica suya.
Habían roto, sí. Lo suyo no funcionaba por mucho que lo hubieran intentado; Nadia no se fiaba de ella y siempre buscaba el conflicto para culpabilizarla de todo.
La decisión estaba tomada. Parecía que ambas la aceptaban. Sentadas en el sofá de casa, miraban a la pared de en frente. Nadia haría sus maletas y se iría aquella misma tarde. Clara callaba, no quería reducir sus esperanzas a simples palabras. Hacía tiempo que se lo habían dicho todo; lo malo, porque lo bueno había ido desapareciendo conflicto tras conflicto. El vaso se había roto; todas las gotas lo habían colmado.
Nadia se levantó y se fue hacia la habitación. Clara continuó mirando la pared. No quería poner nombres a sus expectativas, ni quería hacerse ilusiones, ni saborear las infinitas dimensiones que esta ruptura le podía aportar.
De pronto, Nadia volvió con una camiseta que le había regalado Clara y se tiró a sus pies llorando y suplicando que no rompieran, que iba a cambiar, que sabía que era ella que era muy celosa, pero que iba a poner remedio. Clara suspiró y no tuvo tiempo de decir nada más. Nadia se abalanzó a besarla y a abrazarla. Hipaba y se ahogaba en su propio llanto. Clara intentó calmarla, mientras se decía: la próxima vez seré más fuerte.
La abrazó y le acarició para calmarla; había qué posponer la ruptura. La quería y verla así la destrozaba. Por ahora se contentaría con huir a través del sueño.
No quería aceptarlo, pero estaba atrapada por ella y torturada por la esperanza. Clara miraba a la pared de en frente del sofá mientras tenía la cabeza de Nadia apoyada en su regazo. Volvería a empujar montaña arriba esa pesada roca.
1 comentario:
Una història de difícil solució ... o li trenca el cor a la Nàdia o la Nàdia ,li trencarà a la Clara. La roca, un dia atropellarà a alguna d'ellas... o a les dues.
Una abraçada !.
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