Cuando nacemos, nadie nos
dota de un bolígrafo rojo para las correcciones. Erramos y erramos y seguimos
equivocándonos, quizá por esa falta de rojo que nos indica que debemos enmendar
la falta anterior antes de provocar la siguiente. Si lo hiciéramos así,
caeríamos en menos faltas. Pero el empuje al que la sociedad nos somete nos
obliga a avanzar sin tiempo para reflexionar, sin poder retroceder (ni para
coger impulso, se dice) y hacerlo, es ir contracorriente o ser fruto del mundo
Zen, del Yoga, o de todas esas tendencias que frenan la vida y buscan el Yo.
¡Pero esto no es cierto!
Porque la vida, que es sabia, no te permite pasar de una etapa a otra teniendo
asuntos pendientes, ya que a pesar de la no existencia de correcciones en rojo,
el fuero interno, instructor al que debiéramos escuchar más, nos marca todas
aquellas cosas de nuestra vida que necesitan corrección. Es por esto por lo que
escribo, porque entre palabras, siempre puedo mejorar mi pasado.
4 comentarios:
Yo soy más de Tipp-Ex.
jeje me gustó tu definición de las filosofías orientales, «frenando la vida y buscando el Yo». Sospecho que llega una edad en que se apaga el hambre de vivir, de acumular experiencias, y se empieza a reflexionar sobre lo ya vivido
besos,
me ha encantado la entrada. ¡ qué razón tienes!
A mí me gustaba corregir en verde... Esperanza de corregir los errores.
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