Hoy tengo un día reflexivo. Sí, no sé por qué pero hay días
en los que te limitas a vivirlos y otros en los que, como si tu mente estuviera
apartada de tu cuerpo, vives y piensas en lo que vives. Hoy es de estos
últimos.
He vuelto de nuevo al trabajo, a los horarios, a las
obligaciones, a llegar a casa cansada sin ganas de vivir la tarde (o lo que
queda de ella), he vuelto a buscar de nuevo el silencio en los rincones porque
me paso los días sin la falta de él. Ahora, derrengada en un asiento de la
RENFE , pienso en cómo mi vida se ha vuelto una rutina, casi diaria, año tras
año; me levanto a las seis para irme a trabajar y vuelvo a las seis, doce horas
más tarde. Me arrastro por el sofá, ceno en dos mordiscos (el cansancio no
permite más), a las nueve y media, tumbada en la cama intento dormir. Un día, y
otro, y otro. Así van pasando los años y con ellos mi vida.
Envidio (no sé si de forma sana o no, ya lo discutiremos) a
todas esas personas para las que cada día es un día diferente. Las que pueden
ver la luz del sol y sentirla (hay días en los que ni miro por la ventana y cuando
salgo del trabajo, descubro que es de día y hace sol, h a c e s o l !!!!!).
Pienso en dejar este tipo de vida, en abandonar mi casa, mi
trabajo, mis amigos y empezar en otro sitio donde nadie me conozca. Aprender a
vivir con menos, lo necesario para subsistir y tener tiempo para vivir, para
ver el sol y para charlar con aquel o aquella que se cruce en mi camino y me
sonría como respuesta a mi sonrisa. ¡¡¡Dejarlo todo y marchar!!!
Ya he llegado a mi destino. Suerte que tengo pocos días de
reflexión como este. Me toca sofá.
4 comentarios:
Vente a mi pueblo.
María, ¿qué hay en tu pueblo?
Tiempo para hacer cosas que te gustan.
O al mío, aburridisimo, de tanto tiempo se tiene para uno mismo, tanto que ya te acaban interesando las vidas de los demás. ..
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