Más que nunca, tenemos necesidad de hablar de nosotras. De deshilar el pasado para ver en qué nos equivocamos. Ya no reflejamos nuestra culpa en la otra, hablamos desde la tranquilidad que otorga saber que todo está perdido; que cada una tomó su camino con la lucidez que el dolor nos quiso permitir. Ya no hay vuelta atrás en los actos. Solo nos queda recordar lo felices que fuimos juntas y vivir esta mentira que estamos viviendo.
¿Qué la vida continua? No es cierto, se paró tras el
portazo. Que no es lo mismo vivir que existir, lo siento. Y con el paso de los
días, la esperanza, que en un principio era ávida e infantil, se mustia en mis
entrañas y queda colgada y seca, de esa costilla, que no es la de Adán, sino la
que tu acariciabas.
Porque hablar de nosotras es volver a estar juntas, es
revivir el roce de nuestros cuerpos, tu olor, mi olor, el despertarnos una al
lado de otra cada mañana, vivir entre besos y carcajadas, ducharnos piel a
piel, dejando que el agua jaleara nuestro amor. Porque hablar de nosotras es
olvidarnos de nuestras vidas y buscar un agujero negro en el universo e
imaginarnos que, es allí, donde vive nuestro amor.
Lo peor, es que ahora nos toca hablar en pasado, porque nos
cargamos el futuro hace tiempo y se vive este presente como un infinito vacío.
2 comentarios:
Ese infinito presente con sabor a vacío pesa en tus letras y llega muy adentro.
Un beso!
Carmela, felices fiestas, lo primero.
Sí, estoy escribiendo desde el dolor y con el dolor. Me está interesando mucho el tema y lo estoy intentando explotar al máximo. A veces tengo la sensación de que los textos son muy iguales, no sé. Pero bueno, sigo con ello, más que nada, porque es lo que me apetece escribir.
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