9/12/20

Tu opinión, en tu bolsillo

Si no has estado donde estoy yo, no puedes opinar. Sígueme.

Ven a mi lado y contempla el inmenso vacío que tengo ante mí. Calla, solo contempla. El pensamiento se te llenará de angustia y la sangre cristalizará en tu alma. ¿Sientes esos pinchazos que preceden a la muerte, esa muerte en vida que es haber aniquilado el amor? ¿Ves cómo se distorsiona el tiempo desde aquí? Un día, dos, cuatrocientos y la oscuridad instalada en los itersticios del pensamiento. ¿Cómo se puede vivir así? ¿Cómo se puede morir así? Aquí el aire es espeso, ¿puedes respirar? Cuesta. Está lleno de errores y equivocaciones que se encadenan y fraccionan el oxígeno que entra en los pulmones, y te oprimen la angustia y el remordimiento. Aquí dentro no existen los sueños. El espejismo es su propio espejismo, paradoja del espejo dentro del espejo. No duermes, ¿notas el cansancio en los párpados? Es la pena que se columpia en tus lágrimas hasta que las trenza y las convierte en sal, que aja y corroe todo aquello que toca. ¿Ves cómo las manos se han olvidado de acariciar? Y con el olvido, el entumecimiento del gesto; y con lo estático, una estatua glacial. Y tintinea en mis labios un último aliento: Perdóname tú, porque yo no puedo: te dejé marchar.

2 comentarios:

Carmela dijo...

Realmente un texto impresionante. Se sienten tus palabras y lo que conllevan...
Un beso grande.

dintel dijo...

Carmela, muchas gracias. Ese es el objetivo de mi escritura.
Besote.