Si no has estado donde estoy yo, no puedes opinar. Sígueme.
Ven a mi lado y contempla el inmenso vacío que tengo ante
mí. Calla, solo contempla. El pensamiento se te llenará de angustia y la sangre
cristalizará en tu alma. ¿Sientes esos pinchazos que preceden a la muerte, esa
muerte en vida que es haber aniquilado el amor? ¿Ves cómo se distorsiona el
tiempo desde aquí? Un día, dos, cuatrocientos y la oscuridad instalada en los
itersticios del pensamiento. ¿Cómo se puede vivir así? ¿Cómo se puede morir
así? Aquí el aire es espeso, ¿puedes respirar? Cuesta. Está lleno de errores y
equivocaciones que se encadenan y fraccionan el oxígeno que entra en los
pulmones, y te oprimen la angustia y el remordimiento. Aquí dentro no existen
los sueños. El espejismo es su propio espejismo, paradoja del espejo dentro del
espejo. No duermes, ¿notas el cansancio en los párpados? Es la pena que se
columpia en tus lágrimas hasta que las trenza y las convierte en sal, que aja y
corroe todo aquello que toca. ¿Ves cómo las manos se han olvidado de acariciar?
Y con el olvido, el entumecimiento del gesto; y con lo estático, una estatua
glacial. Y tintinea en mis labios un último aliento: Perdóname tú, porque yo no
puedo: te dejé marchar.
2 comentarios:
Realmente un texto impresionante. Se sienten tus palabras y lo que conllevan...
Un beso grande.
Carmela, muchas gracias. Ese es el objetivo de mi escritura.
Besote.
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