No recuerdo de donde saqué esta frase, pero me impactó lo suficiente para apuntarla en mi libreta. Una libreta que he tenido olvidada hasta hace unos días en que volvió a aparecer. La llegué a olvidar tanto que también me olvidé de su existencia. Ya podría pasarme con algunas vivencias de mi vida. Pues a lo que iba, que no quiero irme por los cerros de Úbeda (creo que es la primera vez que escribo esta expresión). La frase en cuestión es:
“Vivir
sabiendo, es vivir el doble y yo nunca fui tan fuere para cargar con tanta vida.”
He leído
unos posts que hablaban de una relación tóxica, de maltrato, aunque hubiera un
límite y no se cruzara. Una relación que ya no era por lo grave del maltrato si
no por lo seguido de este. Y esto me ha hecho pensar en “mi historia”; en esa relación
tan dolorosa que me ha hecho cambiar tanto la percepción del amor.
Durante esa
época yo viví sabiendo. ¡Vamos, sí sabía! Entendía y justificaba todo porque me
creía tan fuerte como para poder con ello. Me creía capaz de modular y cambiar
a la otra persona. Porque, ilusa de mí, creía que el amor que nos profesábamos
(o ¿debiera decir “procesábamos?) era más fuerte que todos los conflictos,
discusiones, percepciones, obligaciones, gritos, silencios de días, rabias y
portazos, que vivió nuestra relación.
Y sí, en
realidad no era fuerte para cargar con tanta “vida”, porque por aquel entonces,
esta era mi vida. Y fui empequeñeciendo, abandonando todo aquello que me gustaba,
separándome de mis amistades, justificando cada una de mis acciones, de mis
pasos, de mis pensamientos… y aguantando, sobre todo aguantando. Siempre
esperando que el milagro se realizase: que fuera capaz de ver la verdad que
había en mí y no esa que se imaginaba.
Recuerdo
acostarme hundida y vencida ante tanta distorsión de los hechos. Recuerdo
llegar a casa con miedo por no saber por donde me llegaría la bofetada verbal.
Recuerdo no saber dar un paso sin sentir que estaba caminando sobre arenas
movedizas.
Ahora, curada,
pero llena de cicatrices, vuelvo a reconocerme y a hacer todo aquello que me
gusta, sin tener que rendir cuentas a nadie, abrazada a mi libertad de cambiar
de opinión, de cambiar de idea, de “hablar palante y hablar patrás” (como dice
una buena amiga mía). Y sobre todo, ahora, soy capaz de hablar de ello, de
escribir sobre ello y de entender, que tras la lucha y la derrota, la reconstrucción
fortalece.
Una frase de
mi estimada “Flor de Nit”: “Per construir cal destruir”.
Fue una
máxima que me decía en los momentos de sentirme en el agujero más profundo de
la Tierra. Suerte que todo se erosiona, incluso el dolor.
2 comentarios:
Uf! Jo també m'havia fet tan petita que m'havia perdut , vivia sin vivir en mi i quasi ni em reconeixia. Però I'm back, world! No sé per quins camins estic tornant, però sé segur que estic tornant a mi.
Somnis, sí, sempre tornem a nosaltres mateixes, però, de vegades, no em reconec.
Este es el camino.
Publicar un comentario