Escribir apacigua el alma de cualquier vagabundo de las palabras, es un secreto a voces.
Yo dejé de hacerlo
cuando el sentido desapareció. No me encontraba con fuerzas de enfrentarme a la
página en blanco; se vive el dolor en la penumbra y el brillo de esa página,
que ciega la poca luz que contienen las entrañas; no era lo mejor en ese
momento.
Luego el
tiempo lo hace todo. Se instala el duelo en las yemas de los dedos y es
imposible teclear en el ordenador. Lo que antes era júbilo, ahora es dolor y
esas palabras calladas en tantos años de silencio, litifican y emparedan el
lugar que debiera ocupar el corazón, ahora, en los pies.
Y el tiempo pasa
y el dolor, no. Nos ponemos a hacer inventario de lo que nunca escribimos ni
escribiremos; ordenamos nuestras cicatrices desparramadas en el suelo, numeramos
los suspiros expirados al viento; baldeamos las esperanzas, para que luzcan de
nuevo.
Y el tiempo
pasa y el dolor, no. Y lo querría sucinto, porque las lágrimas que no detienen
la vida, me paralizan a mí y nimban mi mente de un halo de oquedad; ¿cómo,
entonces, poder escribir?
2 comentarios:
A mi mai se m'han tret realment les ganes d'escriure però durant molt temps he viscut amb por de fer-ho. I encara una mica...des del meu blog anònim...però almenys escric i em vaig curant. El temps passa i el dolor... jo que sé ...ens acompanya
Somnis, no, no, el dolor també passa.
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