9/9/22

De sorpresa

Esta noche he parido. Me fui a dormir con un ligero dolor en el estómago y esta mañana me he despertado con una enorme masa de recuerdos y sentimientos entre las piernas. He tenido que cortar el cordón umbilical que la unía a mí y cerciorarme de que respiraba. Le he dado una palmadita en lo que me ha parecido una nalga, como tantas veces he visto hacer en las películas para provocarle el llanto. Ha sido un enorme alarido, de esos que enorgullecen a la madre pensando en la potencia pulmonar de su neonato.

Sin cubrirla con ninguna prenda, la he cogido con cuidado para llevarla a la pila del lavabo. Debía limpiarla. Los hijos siempre que nacen salen sucios y pringosos. La mía estaba llena de tristezas y pérdidas, pero el agua tibia ha podido con ellas y ensoñecida he mirado fijamente cómo desaparecía esos restos de placenta por el desagüe.

Y ahora a amamantarla y criarla, para que crezca sana y fuerte y yo no me sienta tan sola cuando me empiece a fallar la memoria.