Llega a tanto la motivación, que hoy no he encendido la tele ni me he sentado en el sofá a no hacer nada ni a decirme lo cansada que estoy. Esta motivación es más un estado energético que nada tiene que ver con el “facto”. Quien me entienda que me compre.
Y no quiero irme a dormir con la motivación en ristre, porque no pararía de dar vueltas y más vueltas sin poder dormir y mañana me despertaría con la sensación de haber perdido la oportunidad de hacer. Nadie puede negar que la motivación, si funciona pasa a ser un hecho, por lo qué, por ende, dormirla sería un deshecho.
Y aquí me hallo motivada y sin nada objetivo alguno. ¿Se ha visto desperdicio más grande?
Creo que mejor me pongo nos ponemos el pijama, mi motivación y yo, y mañana será otro día y, por supuesto, otra motivación.
2 comentarios:
Buenísimo, muy simpático relato. A todos suele pasarnos, queremos hacer algo, cualquier cosa menos perder el tiempo durmiendo, damos vueltas, con ganas, cada vez mas vueltas y terminamos en la cama.
Un abrazo.
Nocturno Náufrago, hola, bienvenido. Parecemos diferentes y resulta que nos pasan las mismas cosas; curioso el ser humano.
Insoportables las noches en las que no se para de dar vueltas, coincidirás conmigo.
Un saludo
Publicar un comentario