21/1/17

Vengo de ver Carol

La había visto cuando la estrenaron y no la disfruté tanto como lo he hecho hoy. Creo que ha sido porque para ver esta película se necesita un estado melancólico como el que me acompaña actualmente. La primera vez que la vi estaba exaltada (en demasía, me atrevo a decir) y pasé por alto un montón de datos que amplían la profundidad de las protagonistas. Pero no quiero hablar de la película, a pesar de que me ha surgido una necesidad de un amor así, un amor con ese ritmo y esa fotografía.

Quiero hablar del hecho de repetir patrones y de querer cambiar y no conseguirlo nunca. Después de cada relación fallida, nos planteamos cambiar, que no vuelva a pasar lo mismo. Encontrar otra tipología de compañera que se acerque más a lo que queremos. Rosa Montero, el otro día en una entrevista por radio, decía que nos conformamos enseguida, que lo que nos gusta es el subidón del enamoramiento y que cuando esto desaparece, que sería cuando de verdad aparecería el amor, no lo sabemos llevar y buscamos un nuevo subidón. Yo ya no busco ningún subidón, para nada, me da una pereza absoluta volver a pasar por los primeros años de una relación. Lo que necesito ya es un amor maduro, relajado, que me aporte la tranquilidad que busco; que sea ya “hasta que la muerte nos separe”. Necesito vivir este otro tipo de amor, sin exaltaciones ni montañas rusas, solo el día a día, solo sonrisa a sonrisa.
Sé, por otro lado, que no lo voy a conseguir, pues para ello debieran producirse cambios y solo existen los cambios si se hacen las cosas diferentes. Si actúo como tengo costumbre, como siempre, todo seguirá igual. Y ahora viene lo divertido: no sé qué se debe hacer para hacer las cosas diferentes de cómo las hago (hoy el verbo hacer estaba de rebajas). Me he hecho un pequeño plan de ataque:

1. Ir con la sonrisa puesta (hace ya días que lo practico). Resultado, no tengo ni idea.

2. Trabajarme la simpatía. No es que no sea simpática, vamos, creo yo, lo que ocurre es que mi forma de acercarme a la gente suele ser seria y callada (por esos restos de timidez que ensucian mis relaciones).

3. Voy a intentar cambiar mi forma de vestir (ja, no sé por dónde empezar, no me veo bien con nada y prima la comodidad).

4. Hacer cosas nuevas, que no he hecho nunca.

5. Olvidarme un poco de lo cabal y dejarme llevar por lo instintivo y los impulsos (¡tiritas, plis!)

Y eso de que se nos pasa el arroz, ¡ja!, se nos pasa la edad, pero con una rapidez inusitada. Ya no me veo en la barra de ningún bar de ambiente hablando con unas o con otras. Todo esto ya no me apetece nada. Entonces, me pongo introspectiva y me pregunto: ¿qué es lo que quiero exactamente? Alguien a mi lado a quien amar y que me ame, que comparta conmigo la vida, que sigamos creciendo juntas, y lo más importante, que ya llevemos tres años como mínimo de relación. ¡Patapam! La última condición impide que sea posible. Mejor me retiro a mis aposentos que me estoy poniendo de malhumor.

8 comentarios:

María dijo...

Hay que pasar por todas las fases para llegar a la que quieres. ¡Ánimo!

Nosu dijo...

Mi primera vez con Carol tampoco fue muy buena. Doblada, y habíamos discutido. La segunda la disfruté mucho más. Captar esas miradas, esa complicidad. La he visto después varias veces y tienes razón, tienes que estar relajada y melancólica, vamos, ideal para cualquier tarde de sofá de invierno con una infusión calentita.

Patrones... qué me vas a contar. He tenido yo también esta revelación los últimos meses. Yo creo que hay algo en lo más profundo de nuestro ser que, aunque sepamos qué es en lo que fallamos, el cuerpo tira por otro lado y nos hace caer en lo mismo. Lo que ahora, después de varias experiencias, somos conscientes. Y encima luchamos contra eso, por no caer en los mismos errores y nos enfadamos con nosotras mismas, con lo que frustración es mayor.

Me gusta tu plan de ataque. Las más importantes para mí, 1, 4 y 5. Lo de vestir es más peliagudo, porque te define como persona y cada vez que yo me he planteado cambiar... es complicado. Necesitaría un personal shopper de esos.

Karol dijo...

Buen plan de ataque!, ánimo y a por ello!!

dintel dijo...

Maria, creo que estoy un poco cansada de tanta fase. Me gustaría, si se pudiese, saltarme alguna. Pero que no por habérmela saltado tuviera que vivirla más tarde fuera de tiempo.

dintel dijo...

Nosu, conozco perfectamente de la frustración de la que hablas. Supongo que somos las primeras en decepcionarnos con nosotras mismas. Además, me atrevo a decir que los sueños, los pocos que quizá hemos tenido siempre nos han llevado a un lugar bien diferente del que estamos. Aunque parezca una tontería (sobre todo para mentes científicas), en un momento máxima desesperación, me hablaron de Hoponohopono. Era un momento en que las fuerzas flaqueaban y harta ya de repetir patrones, no sabía cómo continuar. Me tendieron un libro que hablaba de ello y me dijeron: “no es necesario creer, ¿por qué no lo pruebas?” Me leí el libro con recelo. Sólo te puedo decir que lo probé y es muy curioso lo que pasa (tiene que ver con los errores propios). Si tienes ocasión…
Carol la vi esta vez en la filmoteca. Pero no te creas que la idea del sofá y la infusión me llama mucho. ¿Has probado la infusión de hinojo? ¿Y la de regaliz de palo? Ahora estoy acabando una de romero. Por cierto, te recomiendo una excursión al “Parc de les Olors”, y si la deseas romántica, pregúntame, tengo un lugar y un hotel maravilloso.
Cuando de alguna manera pierdes la definición de tu persona, qué más da volverte a definir. Es más, ¿de qué sirve vivir si no te has definido? Eso sí, de acuerdo en lo del personal shopper, yo soy un desastre con lo de la ropa.
Debemos dejar de repetir patrones, ni el Burda lo hace.

dintel dijo...

Karol, gracias. A eso voy... o creo que voy...

Nosu dijo...

Pues en la vida había oído lo del Hoponohopono, vaya que he tenido que hacer copiar-pegar para no equivocarme.
Ahora mismo estoy con infurelaxs de esos que vienen en bolsita, pero ya hecho de menos una visita a la herborístería. Para cuidarme la voz tomo una que lleva regaliz, pero regaliz 100% no la he probado (y mira que esos palos me los comías de pequeña).

Me guardo lo del Parc de les Olors por si surg el romanticismo de nuevo...

Ni me acordaba ya del Burda! Aún existe?

dintel dijo...

Nosu, prueba la regaliz de palo troceada para infusión y ya me dirás. También te recomiendo de una tienda de cafeses que está en la Paça del Bonsuccés que se llama La Portorriqueña, un roibos anticatarral que es la bomba (he tomado prestado el término).

Sí, Burda for ever!