14/9/10

Hoy, teatro. ¡Chupi!

El otro día fui al teatro, no quedaban casi entradas y me senté en la primera fila. A mí me gusta mucho ir al teatro y entrar en la sala así que la abren, me gusta imbuirme de su aroma, del decorado, cuando no está el telón bajado, de sus paredes, de la gente que va entrando. Por lo que, con un cuarto de hora de antelación, ya estaba yo en mi butaca, con el programa de mano leído y recordando un fin de año que pasé en ese teatro, sobre ese escenario.


A mi derecha se acomodó una familia de cuatro: padre, hija de unos once años, hijo de siete y madre. Por este orden empezando desde mi lado. Cual no fue mi sorpresa y más tarde indignación, cuando el padre, para entretener al niñito, empezó a hacer toda una serie de monerías y gracias cuyo resultado fue, unos golpes tremendos en los asientos unidos de la fila, fijatetú, unidos. El niño, riendo y para atrás, y para adelante, respaldo pum, respaldo paf, y todos los demás moviéndonos al unísono de las carcajadas del hijo del berzotas, que también contribuía a dicho movimiento pues no se estuvo quieto ni un solo segundo.

Un lugar tan maravilloso como el teatro, que te da la opción de educar a tus hijos en la espera, cosa que creo muy necesaria en la actualidad, ya que estamos bajo el síndrome de “quiero esto pero lo quiero ya” y este buen berzotas deja pasar esa oportunidad.

Por suerte, quince minutos pasan rápido y empezó la función. Todo iba bien hasta que uno de los actores apareció por el patio de butacas y se paseó por delante de la primera fila, entonces pude comprobar que la hermosa hija del berzotas estaba de lado con los piernas por encima del reposamanos y los pies sobre su padre. Ahí tuve que hacer un acto de contención supino pues estuve a punto de decirles algo. Me empezaba a dar igual la obra de teatro. Suerte que una tiene sus recursos para controlarse y todo acabó con un no mirar e ignorar.

La obra, muy buena. Tuvo media parte en la que aproveché para reír y comentar aspectos técnicos con mi acompañante. Casi ya en el tercer timbre de sala, aparece la familia en pleno. Todos llevaban un vaso de cartón y el padre además llevaba un paquete bien grande de una hamburguesería americana que hay nada más salir del teatro. Mis ojos se salieron de las órbitas. Y no solo eso; no sé que narices bebía el padre que estaba lleno de hielitos que se arrastraban sonoramente por el vaso de cartón. En cuanto me llegó el olor a vinagrillo de las hamburguesas fue cuando tuve que hacer un esfuerzo y no lanzarme a la yugular del hombre.

¿Es que los maestros no pueden educar a los padres?

11 comentarios:

carambolista dijo...

no sabes hasta qué punto me he sentido identificada contigo en este post...
en el cine ya es lo normal, yo al principio me sentía molesta y no podía concentrarme en la peli, pero a base de experiencia he ido aprendiendo a controlar mis impulsos de estrangulamiento. pero lo del teatro ya colma el vaso, y encima la culpa del padre... yo haré una donación si se hace una escuela de padres.
una vez fui a ver Momo (obra infantil) en un teatro y me quedé alucinada con una cosa: los niños estaban todos atentos, callados, pendientes de la obra. los padres, profesores, etc... se pasaron la obra hablando entre ellos y comentándola!
en fin... qué le vamos a hacer.
es una maravilla cómo escribes, en general.
un abrazo

eme dijo...

yo es que a este gente le prohibiría el paso.. así. sin más. el teatro es un ritual y como tal merece respeto. no entiendo a la gente que va a acontecimientos y eventos (culturales o no) y ya no es que nos disfruten de ellos.. es que ni siquiera prestan atención.

me indigno. que me toquen el teatro.. me indigna. profundamente!

María dijo...

Con la última frase has pasado al grupo de "odiadas"... ja, ja, ja. ¡No, no podemos! Ahí radican gran parte de los males. Tengo varias "anécdotas" como la tuya de este verano. :-(

Sinme dijo...

Fuiste el viernes!? Fue chuuuuupiiiii! pero un pelín larga para las que nos miden más de 20 cms las piernas.

Y odio las carcajadas desmesuradas. Quién me iba a decir a mí!

Un besin

farala dijo...

alucinada me dejas, estoy con eme, el teatro es un ritual. ya tenemos sorbidos y menus en el cine, ahora toca el teatro??

Raquel dijo...

Argggg!!! Qué terrible cuando te toca alguien así al lado.
Alguien debería educar a esos padres a serlo, y a esas personas a respetar. Maaestros o no maestros, pero alguien, por favor.

Blau dijo...

Dintel, chuuuupiiiii! estoy con Sinme, las que somos tipo "Top model" entiendase altas, es un poco largo 2 horas de teatro.

No me digas que fuiste el saturday?

Besos

Santa dijo...

¿Cómo se llama la obra?
¿Es un musical? ¿Y los actores... vocalizaban bien?
¿Los cambios de escena eran rápidos?
¿La iluminación te gustó?
Y la dirección..?

Tawaki dijo...

El teatro ya no es lo que era.

Está muy bien eso de acercar la cultura a todos públicos, lástima que incluya a los que aún están por civilizar.

la cocina de frabisa dijo...

Muerta me dejas!!!

Comiendo en el teatro? vamos, nunca he visto nada igual, pero yo creo que no me contendría.

Ya me carga la gente que come palomitas en el cine, lo siento, no puedo con el ruido. Entiendo que se beba, pero será tan necesario comer?
Ufffffff, y en el teatro ya me parece el desfase completo.

Desde luego, tienes paciencia ehhh

illeR dijo...

Tienes mas razon que un santo que diria mi madre...