9/1/11

Dos impactos

Ayer vi una película que todo era de color verde. Me llamó la atención durante un rato. Me encantaba que todo fuera verde porque no se excedía, ni era llamativo, si no que el color estaba integrado en la vida. Los personajes principales vestían de color verde, alfombras, sábanas, paredes, también eran de color verde, de mil tonalidades diferentes, según escena y momento. Me intrigó tanto porqué todo era de color verde que se me colapsó la mente y no podía pensar en nada, sólo maravillarme ante la naturalidad con que todo lucía ese color. “Es por lo de la esperanza”, me dijo mi compañera de sofá. Y me enrabié; era así de fácil. Si hubiera pensado lo hubiera hallado el misterio solita. Estaba viendo “Grandes Esperanzas”, una adaptación bastante libre de la obra de Dickens, con un ritmo lírico más que de acción y con cierta, por no decir mucha, poesía visual. Me gustó mucho. Mucho.

Me he despertado hace unas horas y me acordaba de lo que había soñado. Aguantaba un coche azul por el guardabarros porque no estaba frenado e iba calle abajo. Poco a poco me fue ganando su peso y ante la mirada atónita de la gente de la calle iba bajando con él intentando que no acelerada. Así he llegado a una plaza, que en realidad no existe en esa calle, donde se estaba celebrando una fiesta. Ahí, un antiguo amigo y compañero de trabajo me decía que estaban en la fiesta de clausura de la academia de escritura. Cuando le pregunto el porqué me dice: “ahora quiero vivir”. Me voy fijando en las caras y la mayoría me suenan. Son muchos años trabajando con él. La gente me recuerda, a pesar de que estos ocho años no había aparecido para nada en dicha escuela. Empiezan las actuaciones y me gusta ver a alumnos y ex alumnos haciendo lo que mejor saben hacer. Todo el mundo me pregunta por mis publicaciones. No miento. Se decepcionan. Parece que todos tenían la esperanza puesta en mí. Estoy comiendo jamón serrano y discuto con mi amigo que el mío es mucho más bueno que el suyo. Me ofrezco a traerle pan para que se haga un bocadillo. Tengo que ir hasta la charca donde vive el señor sapo. Los tablones por los que ando se hunden en el lodo y mis botas nuevas se mojan. Lo único que consigo es un cachorro de perrito, creo que es un cocker spaniel. Cuando ya me voy derrotada, pasa una señora con un carrito y su bebé durmiendo en él. Lleva en una de las bolsas una hermosa barra de pan de medio. La convenzo de que necesita el perro para criar a su hijo dentro de una estabilidad emocional y se lo cambio por la barra de pan y vuelvo para hacerle el bocadillo a mi amigo.

Creo que hoy será un buen día.

5 comentarios:

Sandra Sánchez dijo...

Qué diría Freud de todo eso??? jajaja...
;)

Blau dijo...

Dintel, cuentame, fue un buen día?

Besos

Mármara dijo...

Hay sueños que, efectivamente, te predisponen para el día, ya sea para bien, o para mal.
El tuyo ha sido un sueño precioso, verde y azul, así que estoy segura de que estás pasando un día estupendo.

mojadopapel dijo...

Seguro que "el verde"... ha influído.

Pena Mexicana dijo...

no cabe la menor duda de que el día tenía todo para ser bueno, lo fue?

besos