1/1/11

Status

Sentada en la sala de espera se sentía muy débil. Llevaba muchos días consumiéndose y sintiéndose impotente ante ello.

—Si ha llegado mi hora, bienvenida sea. Lo que no quiero es sufrir —le dijo a su hija mientras esta estaba luchando con la carpeta que contenía todos los informes que debían presentar al médico.

Aquella sala de espera del hospital era de lo más inhóspita. La oblonga sala sólo contenía unos asientos de madera clara con un respaldo de noventa grados también de madera sobre un suelo de baldosa negro nada brillante, situados en el centro de esta. Durante el día debía tener mucha luz pues en el techo había múltiples , enormes y circulares claraboyas que la dejaban pasar, pero a aquellas horas de la tarde de invierno la noche se colaba impregnándolo todo de oscuros y sombras.

—Hemos llegado pronto y ahora tendremos que esperarnos al menos media hora. Eso si no empiezan tarde.

—Mamá, no nos podíamos arriesgar a pillar un atasco y no llegar a la hora y tener que volvera programar la visita.

—Total para que me digan lo que ya sé.

—No seas dramática. Algo tienes pero no creo que sea de vida o muerte.

—Ay, hija, ya has visto por todo lo que he pasado hasta ahora y nunca he dicho nada y me lo he dejado hacer todo. Pero esto es diferente, es el final.

—¿Qué quieres que te diga?

—Que he sido una buena madre y que me quieres mucho.

—¿Tengo que decirte esto? —le preguntó queriendo parecer sorprendida. Recordaba aquella vez que siendo muy niña la tuvieron que operar de vegetaciones y su madre estuvo con ella hablándole y haciéndola reír para disipar aquel miedo infantil ante lo desconocido.

—No, pero necesito oírlo.

La hija dejó la carpeta en el asiento de al lado y la abrazó en silencio, para que no pudiera leer en su mirada el miedo que ella misma sentía y que desde ahora, su madre, no estaba en condiciones de volver a aplacar.

—La vida no prepara para este cambio de papeles —pensó mientras, fundía aun en el abrazo, respiraba bien fuerte el aroma de su madre intentando aspirar la fortaleza que esta le había demostrado siempre.

8 comentarios:

Pena Mexicana dijo...

Bueno... últimamente estás de un acertado para escribir escenas que o sucedieron o pudieron suceder entre mi madre y yo... ¡muy bien, muy logradas!

besos

Mármara dijo...

Tengo a mi madre dormitando en el sofá de al lado, mientras suenan los valses del Concierto de Año Nuevo, en Viena.
Magnífica banda sonora para tu relato.

alejandra dijo...

Hermosa imagen, triste, cotidiana...

Elena Casero dijo...

Me resulta familiar y conmovedor.
Un grato recuerdo para comenzar el año.

Mucha suerte y felicidad.

Raquel dijo...

Sabia esa hija en ese abrazo

leo dijo...

Un abrazo que lo dice todo. La escena se lee con el corazón en la garganta.
Te mando un abrazo de feliz año.

Sandra Sánchez dijo...

NO SABES LO CERCANA QUE ME ES ESA IMAGEN POR HABERLA VIVIDO.

Anónimo dijo...

vaya...