9/11/13

Entre dolores

He vuelto a las andadas, viajo de nuevo libreta en mano y cada día dedico más de un momento a escribir. Me estoy volviendo a centrar, o al menos quiero creerlo, vamos, necesito creerlo, porque tantos cambios en mi vida me han hecho perder el norte. A cambios, me refiero, corporales; mi cuerpo ya no responde como antes. Y no son por los dolores, que estos aún los voy aguantando. Cada día me despierta un dolor en alguna parte de mi cuerpo que ni siquiera sabía que tenía. El entumecimiento de la noche, hace mella y al salir de brazos de Morpheo (de los cuales me voy cayendo toda la noche, porque no hay manera de dormir seguido) me viene la añoranza de aquella época, joven, por supuesto, en que me despertaba descansada y sin dolor. No es por esto, no. Lo que de verdad me repatea es tener que aceptar mi propia merma: se me caen las cosas al suelo porque mis manos no responden, choco con los marcos de las puertas porque parece que he perdido la noción sobre el volumen de mi cuerpo, llego a casa cansadísima y lo único que me apetece es sentarme en el sofá, ya no puedo leer como antes porque me escuecen los ojos, me olvido de todo, sea importante o no lo sea. Esto último, a pesar de darme una rabia tremenda cuando me pasa, me da un estado de tranquilidad, pues al olvidarme de todo, no me da tiempo de tener remordimientos de nada porque ya me he olvidado. Se vive de otra manera teniendo memoria pez, o “memoria berberecho”, como me dijo una vez Alguien. Ayer, me preguntaron: ¿y qué harás cuando tengas mi edad?

¿A este paso, llegaré?

2 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

El olvido me parece un premio.
Así no sufro tanto.

Besos.

isobel dijo...

que consuelo leerte, por cierto sigo haciendo "miles" de fotos a puertas pensando en ti. Un beso