No siempre se puede
escribir lo que se siente, por mucho que estés apuntándome con ese arma. A
veces, los sentimientos se arrinconan en algún lugar del alma donde el cerebro
no tiene acceso, ¡imagínate la tinta del bolígrafo, mucho menos! Sé lo que
siento, pero mi fuero interno no quiere ponerle palabras. Está harto de
frivolizar: un sentimiento verbalizado pierde su esencia y acaba vejado por el
viento.
¿No me escuchas? Ya
podemos quedarnos mil años aquí, yo delante del papel, tú amenazándome para que
escriba. Se ha escondido bien y no podré cazarlo ni convertirlo en palabras.
¡Ya lo tengo! Vamos a
hacer una cosa: mírame a los ojos, yo dejo el bolígrafo, tú dejas la pistola y
nos damos la mano. Dejemos las palabras para quien no sabe comunicarse con la
piel.
3 comentarios:
Más que una pistola era un arma blanca entonces...jeje
Me ha encantado Dintel!
;)
la piel siempre dice lo que quieres oír
besos,
Es un sentimiento muy común a todo aquel que escribe, intentar dar forma a lo más rotundo del pensamiento, a aquello que se escapa y que no se nombra… pero seguimos insistiendo en ello.. por qué será..
besos
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