Pensé que nunca más volvería a beber tus lágrimas. Que todo había acabado. Que eras feliz lejos de mí y que yo también lo era o, al menos, eso hacía creer a mi alrededor defendiendo una vida monacal en soledad.
Pensé que nunca volveríamos a reír juntas, a burlarnos del
mundo, de nosotras y de nuestras desgracias. Pensé que no volveríamos a mirarnos
a los ojos sin necesidad de decir nada porque ya todo lo dijimos para siempre.
Pensé que mis ratoncillos nunca más se activarían porque ya no
volvería a estar a tu lado, ese lado que me hace sentir tu calor.
No sé lo que quiero. Estoy hecha un lío. Ni puedo pensar en
lo que necesito, por si en ello no estás tú.
Todo el dolor y el tiempo de separación desaparecen cuando
se cruzan nuestras miradas. Me siento todo un desastre, no soy capaz de
superarte; y lo sabes, sabes que te continúo amando como siempre, que no sé
vivir ni sobrevivir.
Escucho música que desgarra mi corazón porque es la única
manera de sentirme viva. Habito en mí, pero no soy mi hogar, porque mi hogar
estaba en tu corazón.
Es maravilloso haberte recuperado por unos minutos y haberme
perdido de nuevo en la inmensidad del dolor. Me siento más viva que nunca
reiterando que te he perdido.
2 comentarios:
Ya sabemos q tanto la alegria como la tristeza son necesarias....hay un dicho.. cuidado con la tristeza q puede convertirse en un vicio.
Saludos señora
Fíjate, yo en vez de vicio he leído vacío...
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