He visto una serie que me ha apasionado: Bright Minds, creo que es el título con el que lo conocemos aquí. Es francesa y allí se llama Astrid et Rafaëlle.
Fui a parar
a ella por casualidad hará unos meses. Sólo había dos temporadas. Son
temporadas cortas, de ocho o nueve capítulos (incluso de siete, si me pongo
puntillosa). Ahora ya hay tres.
Uno de los personajes
principales es autista y Sara Mortensen le da vida de una manera tan
espectacular que me tiene anonadada con su trabajo. La miro casi microscópicamente
para no perder detalle de su actuación, de su mirada perdida, de su movimiento
de ojos, de sus interjecciones y su levantar de cejas, de su juego de dedos
cuando piensa o busca, de su forma súper meticulosa de vestir, de su caminar
viciado, de cómo va aprendiendo a fuerza de intentar entender a los demás, de
sus lágrimas y de los momentos en que los estímulos la desbordan.
Cuando una
serie me gusta por algo, la vuelvo a ver un par de veces más. Tengo ganas de
seguir descubriendo los pequeños detalles de este personaje que tanto me ha
conmovido.
Por otro
lado y por pura coincidencia, he ido a caer en otra serie, Woo Jong Woo,
abogada extraordinaria. Una serie coreana en la que la protagonista es una
joven abogada también autista (ahora el concepto autismo se ha dejado de usar y
es mucho más correcto TEA, trastorno del espectro autista). Este es un
personaje muy diferente al de Astrid, pero que también aporta todo un matiz de
comportamientos TEA. Llega a ser tan entrañable y cariñoso que no puedes menos
que enamorarte de él. Le da vida la actriz Park Eun-bin.
Así, que he
disfrutado un montón del trabajo de estas dos gran actrices que no conocía para
nada. A veces es genial ir a caer en el visionado de series que nadie te ha
recomendado y qué no sabes muy bien por qué has acabado viendo.
Después de finalizar
con estas dos, como es normal desde que visionamos tantas series, me siento
huérfana de ellas. Me toca volver a buscar y dejarme caer en alguna de las
miles que hay; ¡a ver si tengo tanta suerte!