Uf, que pocas ganas tengo. Ahora resulta que toca examen de
conciencia. Mejor peluquería o de tiendas. Pero debo tomarme en serio y si
toca, toca. Buf, qué pereza ahondar en lo recóndito y surcar fondos que me
resultan dolorosos. Respiro tres veces y me posesiono de valentía, pero qué
miedo me da desvelarme. ¿No puedo dejarlo para otro día? No me conformo con
vagas impresiones, pero ¿un examen de consciencia a palo seco? Mejor antes un
gin tonic que enfatiza la retrospección. Es que hoy me encuentras con la
voluntad atrofiada, casi inoperante. Vale, no me mires así, debo reafirmarme en
mis propósitos y huir de la recursividad. Lo intento, pero, mal momento, tengo
el interior impregnado de abulia existencial. Mal día me reclamas. No me mires
así, te he dicho. No me vengas con exigencias o apago la luz.
1 comentario:
Me ha encantado la entrada Dintel!
Ciertamente los espejos pueden resultar muy impertinentes, a veces aduladores, pero yo creo que las más son bastante críticos y si, como en este caso, exigen examen de conciencia, más nos vale que nos pillen confesados!!
(Genial!!)
Gracias a que publicas en FB me entero mejor de tus entradas, ;)
Por cierto, me encanta el cambio de imagen del blog.
Besos!
Sandra.
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