7/1/19

Regalo de Reyes


El jueves 3 de enero fue un día sensacional y eso que empezó siendo un día anodino y lleno de trabajo.

A las cinco tenía revisión odontológica. Empezamos mal porque llevaban un retraso de casi una hora. Estuve en la sala de espera aburrida porque no me había llevado ningún libro para leer pues pensaba que sería, como siempre, coser y cantar. Así que entre niños chillones y madres que pensaban que el colegio debía haber empezado de nuevo el día 26 de diciembre estuve mirando las fotos del Hola. Creo que no miraba (nunca la he leído) esa revista desde que era pequeña y entonces se estilaba tener el Hola, el Semana y el Lecturas en las mesitas de cristal que estaban en todas las casas delante de los sofás, junto a los ceniceros de plata y aquella cosa (horrorosa) que tenía forma de mariposa o de flor y cuyas alas o pétalos eran ceniceros, no sé si sabéis a lo que me refiero. Me alucinó descubrir que no conocía a ninguna mujer ni ningún hombre que aparecía en ella. Bueno sí, a una princesa, pero a mí me sonaba de la serie Suits.

La visita resultó ser rápida; era una de las revisiones y tenía la dentadura perfectamente, así que pagué lo que se me pidió y me volvieron a dar hora dentro de seis meses, de nuevo para control.
Volví en autobús a casa, y cuando bajé de este decidí irme a tomar una coca-cola al bar donde acostumbro a ir a escribir. Eran casi las ocho. El bar estaba bastante lleno. Mi mesa, tengo una mesa que a fuerza de ocuparla le he hecho mía, estaba poblada de un grupo de jóvenes que se reencontraban después de tantas fiestas. Así que me quedé en la barra, sentada tranquilamente con mis cosas colgadas del gancho de debajo de esta. Cogí un diario, me apetecía leerme las viñetas y ver cómo funcionaban (analizando se aprende mucho). Así que en seguida me quedé abstraída y evadida del lugar.

─¿Está libre?

Estaba tan concentrada leyendo y con este problema que tengo de la adecuación visual de las distancias en el que mis ojos tardan más segundos de lo normal en adaptarse al cambio de luces y distancias que tardé en darme cuenta que, a mi lado, había un chica que me preguntaba si se podía sentar en el taburete de al lado. En seguida le dije que estaba libre y volví a mi periódico.
De repente, cogió mi coca-cola y acabó de ponerla toda en mi vaso mientras me decía que sabía mejor si se vertía directamente toda. Cogió el vaso y me lo acercó a los labios para que  pudiera corroborar lo que me decía. Cuando fui a cogerlo, sin querer toqué su mano. Yo estaba alucinada: aquella chica estaba ligando conmigo. Nunca en la vida nadie había ligado conmigo.
A punto de cogerle el vaso, lo retiró, se lo acercó lentamente a la boca y bebió ella; fue un sorbo lento, sensual. Cuando acabó giró el vaso y se lo volvió a ofrecer a mis labios, por el mismo sitio que ella había bebido. Atónita di un sorbo y se me llenaron los ojos de lágrimas por el gas.

Se pidió también una coca-cola. Vació el contenido de la botella en el vaso y volvió a beber de la misma forma que lo había hecho antes. De nuevo me ofreció su vaso para beber, pero esta vez cuando fui a cogerlo con la mano me la retiró así que acerqué mi boca para juntarla con el cristal del vaso en el momento justo que lo retiraba y acercaba sus labios a los míos. En seguida noté cómo me subía la temperatura. Hacía mucho tiempo que nadie me besaba y sentí, que todas aquellas partes que parecían muertas, solo estaban aletargadas y ahora  se despertaban calientes y deseosas.

Dejó seis euros encima de la barra y cogiéndome de la mano me dijo:

─Vamos.

Me hubiera ido al fin del mundo con ella. No vivía lejos de allí. Yo estaba muy cortada. Nunca había hecho esto de conocer a alguien y acabar en su casa. Por mi mente corrían todas esas historias de raptos y asesinatos y a pesar de no tenerlas todas conmigo, me encantaba dejarme llevar por ella. 

Tenía una casa muy cálida, de esas que en seguida te llenan de buenas vibraciones. En el comedor había una gran estantería llena de libros y un sofá y una butaca orejera con una luz incidente encima para la lectura. Pensé que eso era buena señal. Me llevó a su habitación y con mucha pausa y sin dejar de besarme me desnudó y se desnudó. En la cama, muy juntas y apretaditas me dijo que ella no hacía el amor con desconocidas así que de la manera más natural que existe empezamos una conversación sobre nosotras. Y aunque pueda parecer de lo más forzado, fue genial. Hablábamos sobre nosotras, cada una explicando aquello que quería, sin preguntas, sin ser juzgada, acariciándonos y besándonos en los momentos más emotivos. Era de madrugada y no habíamos callado ni un momento. Me preguntó si tenía hambre y le dije que sí, así que me dejó un pijama suyo, se puso otro y nos fuimos a la cocina a hacernos unas verduras al vapor. Hasta en el tipo de comida coincidíamos.

La cena fue preciosa, las dos sentadas en un lado de la mesa, juntas, comiendo directamente de la bandeja donde habíamos puesto las verduras. Las habíamos aliñado con aceite y sal Maldon.

Después, nos sentamos en el sofá, ella tenía mis pies en sus manos y yo los suyos y seguimos hablando y hablando y hablando.
Recuerdo que de repente, me di cuenta de que el salón ya estaba iluminado y soleado. Se lo dije y miramos la hora, era casi la una del mediodía, así que nos metimos en la cama y dormimos.

Cuando nos despertamos ya era casi de noche. Nos duchamos juntas. Fue maravilloso, su piel, mi piel, el jabón, el deseo y nuestro sexo. De la ducha pasamos a la cama y fue aquí donde se detuvo el tiempo. Hicimos el amor, una y otra vez porque el deseo no se consumía, al contrario se iba avivando.

Era madrugada cuando abandonaba su casa. Antes de abrir la puerta de la calle, me besó y me dijo:

─ No desaparezcas, por favor. Pensaba que serías un polvo de un día pero te noto demasiado cerca de mi corazón. Si quieres podemos conocernos más a ver qué va pasando.

Y me beso profundamente, despacio, sin dejar ni un recoveco de mi boca por explorar. Volví a casa feliz hasta rabiar. Nunca en la vida había atraído así a nadie. Nunca en la vida había despertado semejante pasión. Menudo regalo de Reyes.

P.S.: Espero verla esta tarde.

2 comentarios:

noor dijo...

Señora dintel!!!...a eso se le llama empezar bien el año!!!...ojala tenga mas sorpresas de ese tipo en el 2019..
Señoraa..q le quiten lo bailao.
Mantenganos informadas si la ve esta tarde.

dintel dijo...

noor, que nadie me quite lo bailao, que me cuesta mucho hacer bien los pasos de baile.