13/9/19

Cremallerismo


Metro cincuenta y ocho, eso es lo que mido. Desde hace un montón. Recuerdo que en el cole de monjas, en primero y en segundo, en clase de gimnasia nos ponían en fila de menor a mayor altura para hacer el calentamiento; lo hacíamos haciendo pasos en fila, más rápido o más lento según nos tocaba la maestra al piano, una monja ya anciana que parecía simpática pero no lo era. A mí, nueva en el colegio, me daba un miedo terrible. Además, como no entendía el francés, acababa de llegar a esa escuela, no entendía sus órdenes, por lo que con mucha inseguridad me esforzaba en hacer todo lo que hacían las demás. Pues en esa fila yo estaba de las últimas, es decir, era de las altas de clase. Pero tuve esa suerte que tienen las mujeres, que cuando les viene la regla, normalmente dejan de crecer y a final de séptimo principio de octavo, ahí me quedé, en metro cincuenta y ocho.

Con esa altura no he tenido dificultades para nada, excepto para vestir. Vestido largo y abrigos me quedan fatal. Lo del vestido largo no me importa. No llevo nunca. Pero lo de los abrigos, sí. Me gustan los abrigos, sobre todo cómo quedan a la gente alta. Cuando me los pongo yo parezco una seta. Pero mi verdadera dificultad son las cremalleras de mis chaquetas. Resulta que para que quepa mi “envergadura” metaforeemoslo así, la chaqueta me queda algo larga y cuando quiero subir la cremallera debo subir la chaqueta por lo que la dichosa cremallera, gran invento donde los haya, no está recta y resulta imposible subirla. Entonces se me puede ver un baile histriónico alrededor de mí tipo abejaruco en cortejo nupcial intentando estirar los brazos todo lo que puedo para que la cremallera pueda estar recta.

Por lo qué: pido, solicito y suplico que ya que ha avanzado tanto la tecnología se creen cremalleras con mando a distancia para poder evitar este problema, que seguro que hay mucha gente que lo padece. Lo que ocurre es que lo llevamos discretamente. Pero puedo jurar que he visto gente bailando ese histriónico baile más de una vez en invierno a la salida de los locales.

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