El título, estos días en los que estoy tan sensibilizada con
el asunto madre, se me agarró al corazón y sentí la necesidad de leerlo. Lo
pedí prestado, porque ahora dada mi incapacidad lectora, ya no me compro libros
que luego se quedan en mis estanterías sin ser leídos. No lo empecé en seguida,
como de costumbre. Me lo estuve mirando pensando que quizá no sería capaz de
zambullirme en él.
Al abrir la primera página, ¡oh, dioses de las letras!, fue
una ducha de sentimientos encontrados. Volví a sentir la necesidad de perderme
en historias que no son la mía. Un gran libro para volver a caminar entre
letras.
Palabra tras palabra ha ido tirando de mí, cual Quijote
locamente perdido entre caballeros y molinos. Me he encontrado de nuevo. Sólo
hacía falta tiempo para volver a reconocerme.
El libro es una maravilla. Me ha gustado muchísimo por lo
bien escrito que está. No explica una gran historia, pero los personajes, para
mí, son sublimes. La forma en que el narrador (el protagonista) nos los acerca
permite ir construyéndolos poco a poco a medida que las informaciones se van
completando. La figura de la madre, siempre al margen de todo y tan
imprescindible en los momentos importantes de cualquier hijo, me ha conmovido
lo indecible y me ha transportado a mis propios momentos, cosa que ha hecho que
interrumpa la lectura, apoyando el libro en la falda, para poder pasearme por
mis pasados. Los personajes, rotos por un motivo u otro, como yo, han sido
parte de mi propio saneamiento, así que si lo pienso un poco, el libro me ha
encantado por la enorme empatía que me ha despertado y por lo cercano que está
a mi vida. Este ha sido el momento de leerlo.
Lo recomiendo, sin lugar a dudas. Ya me diréis, porque me
gusta saber.
1 comentario:
Gracias por tu reseña Dintel.me interesa, lo conocía pero ahorame has animado a leerlo.
Saludos!!
Sandra.
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