Cada mañana cuando hacía la cama, cuadraba bien la sábana con las esquinas de manera que quedaran perfectamente paralelas las aristas de esta con las del colchón. Después repetía la misma operación con la colcha. Siempre acompañaba sus quehaceres con una pequeña salmodia que recitaba entre dientes, con la mandíbula en tensión.
Cuando tenía la casa bien recogida y alineada era cuando se permitía sentarse a desayunar. Hacía tiempo que ya había cambiado todo utensilio de cocina que fuera circular, ya que la mesa del comedor era rectangular y por falta de aristas en la vajilla no podía ponerla bien, en exacta correspondencia de líneas. Mientras se preparaba el desayuno su boca continuaba escupiendo la salmodia. Era imperceptible el movimiento de los labios, pues la tremenda tensión de las mandíbulas los agarrotaba.
Todo en su casa estaba perfectamente alineado. Se pasaba el día, pacientemente, corrigiendo la orientación de cualquier objeto que no casara bien con el mueble que lo soportaba.
Cada noche, al meterse en la cama, con el cuidado que le caracterizaba, centrándose y procurando que no aparecieran arrugas en su sábana, con el silencio que la oscuridad aporta se la entendía al fin:
−…no consigo enderezar mi vida…, no consigo enderezar mi vida… −repetía, mientras con ambas manos intentaba alisar las arrugas de las sábanas, pasándolas planas por encima.
12 comentarios:
Mmmmmmmmmm!
Rico leerte y empezar hoy por esta línea ajustada y perfecta.
jeje muy bueno...
Pero debería mirarse ese TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo)...
;)
Un poquito compulsiva la protagonista, aunque quizás era el comienzo, quién sabe.
Me ha encantado. Como no puede enderezar su vida, endereza lo que tiene al lado. Un poquito psicótica pero bien, ya se le pasará.
Es que si una se pone así de neurótica, cualquier arruga de la vida parecerá una hecatombe.
Dintel, todavia no han inventado la plancha de la vida, no se puede eliminar las arrugas de la vida.
Besos
Algunos psicólogos dicen que las mujeres reflejamos nuestra vida en la casa, vida ordenada casa ordenada, no sé yo...
Ahí está, las arrugas, dobleces, heridas de la vida... por algún sitio salen fuertes e indómitas cuando no supimos pararlas cuando eran penas pequeñitas...
Qué buena idea y que bien lo expresaste....
besos. Lenteja
Ironías de la vida, mujer!
Besos.
¡Qué agobio!
Una amiga mía, que lo tiene todo siempre súper ordenado, me confesó que necesita tenerlo así para compensar el caos que siente en su interior... ¡Qué cosas!
Texto precioso, Dintel. Da que pensar en el revés. :) :) :)
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