3/9/11

La decisión

El gimnasio, una maravilla… Tantas horas sentada en el ordenador escribiendo, corrigiendo, navegando consiguen que, a mi madura edad, los músculos de mi cuerpo se vayan atrofiando paulatinamente, imperceptiblemente, con ese silencio traidor que solo el tiempo sabe crear. Te crees que este pasa en balde, pero un día te encuentras a tu lado un balde lleno de tiempo y de vejez.

Primero es una noche que al levantarte de la silla del escritorio notas un pequeño tirón en la nuca y no le das más importancia, simplemente mueves la cabeza de una lado a otro y de arriba abajo y das por acabado el hecho.

En otra ocasión, te levantas a la vez que con la mano en el ratón le das a inicio para apagar el ordenador y te cruje la rodilla derecha, ahí, detrás mismo de la rótula, con esa sensación de “se me ha roto y juro que no he sido yo”, e interrumpes todo movimiento hasta que el terreno esté bien inspeccionado por el cerebro y te atrevas a recuperar la verticalidad propia de la raza.

Lo próximo que puedes notar es que se te duerma un pie. Sin apercibirlo, has dejado de cambiar la posición de este (y del otro) mientras trabajas, tal como hacías antes. Lo peor es que con el tiempo el dormir ha llegado hasta la pierna y por último hasta la ingle. Cosa que se soluciona dando unos saltitos arrítmicos por toda la habitación hasta que la sensación de tu pierna se normaliza.

Y se sigue sin dar importancia al asunto, más que nada, porque la mente, ocupada en otros asuntos, es incapaz de globalizar los hechos aislados que van produciéndose. ¡Qué discreto el deterioro!

Pero llega un día en el que decides invitar a unos amigos a una comida informal en tu casa y decides preparar, pongamos, unos huevos revueltos con salmón y justo cuando el huevo está cuajado como a ti te gusta, sacas la sartén del fuego para volcar su contenido sobre una fuente y resulta que necesitas las dos manos  para poder realizar el movimiento, además de tener que pegar los codos a la barriga para poder sostener el peso. En ese preciso momento, cuando la sartén te tiene cogida por el mango es cuando tomas la decisión de que debes apuntarte a un gimnasio.

Lo demás es fácil: te informas de cuál es el mejor gimnasio para tus necesidades, te haces un plan de horarios para ver a qué clases puedes acudir o qué instalaciones son las que te convienen más. Te compras todo, absolutamente todo, el ajuar deportivo necesario para ponerte en forma (no nos olvidemos que ese es el objetivo), chándal, camisetas, calcetines, zapatillas deportivas, sin olvidarse de toallas para secar el sudor. Cinco cosas de cada, porque lo bueno es ir al gimnasio todos los días, antes del trabajo, o por la tarde, cuando ya has acabado toda la jornada. Cuando ya tienes todo, informas a todas a tus amistades que ahora irás a un gimnasio. Y el día que por fin debes empezar el gimnasio, te sientas en el ordenador y escribes: el gimnasio, una maravilla, para quién vaya, supongo.

R3

22 comentarios:

ISA dijo...

Joé, que panorama tan desolador. Yo me niego y como me niego a envejecer así como tu dices, mi mente me hace caso: me siento, físicamente, como una chiquilla. El aspecto exterior será otra cosa, pero como no me miro mucho al espejo, pues ahí queda la cosa.

En mi caso si noto los años "en la cabeza" pero no porque se me haya perdido, sino porque no tengo tantas ilusiones ni soy tan luchadora como antes. En eso es en lo que noto el paso de los años.

De momento. Mañana no se lo que pasará.

farala dijo...

brillante, me encanta tu fina ironía ("qué discreto, el deterioro" jajajajaja!)

Blau dijo...

Dintel, te he dicho alguna vez que deberías escribir una novela? a ver si me haces caso.

Un beso

Anónimo dijo...

DISCRETÍSIMO Y TRAIDOR (lo digo a grito pelao) ;o) R=10

María dijo...

Ja, ja, ja... Perfecto para empezar Septiembre.

Anónimo dijo...

Jajajajajajajaja, a eso le llamamos ser accionista del banco, pagas mensualmente para no ir ni un solo día a la semana, :)

Nosu dijo...

joer, qué panorama más desolador la madurez

MI HISTORIA... dijo...

Elegiré la piscina también buena para el deterioro,pero con menos ajuar, más que nada porque yo también me sentaré en el ordenador y escribiré "la piscina, una maravilla, para quien vaya, supongo" :)
Me ha gustado la forma en que lo has descrito.

dintel dijo...

ISA, yo me he tranquilizado. Antes agotaba a cualquiera.

dintel dijo...

farala, gracias. Anda, atrévete a decir que no es discreto.

dintel dijo...

Blau, todo se andará, o no.

dintel dijo...

LaRepo, y traidor más que discreto.

dintel dijo...

María, sólo me hace falta hacer un post setembrero sobre los fascículos del quiosco y ya podemos empezar.

dintel dijo...

Farera, no lo había visto así. ;)

dintel dijo...

Nosu, si entrando en ella te sientes desfallecer, consúltame. Sé mil trucos para afrontarla con la cabeza alta, o torcida, o como quiera que toque poner la cabeza.

dintel dijo...

MI HISTORIA, esa es otra. Sin comentarios.

Irreverens dijo...

Precisamente hoy me duele todo el cuerpo: de pies a cabeza. Pero creo que es porque ayer me pasé 6 horas trotando (literalmente) campo a través en busca de balizas, en una carrera de orientación en montaña.
:)

Es obvio que los años no perdonan pero yo espero que mi cuerpo se siga quejando porque lo someto a un ejercicio intenso más que de lo contrario.

R3 y sumando... :P

Tawaki dijo...

Nunca he pagado más allá del mes corriente en el gimnasio, porque me conozco.

Ten cuidado con el balde, que el tiempo pesa lo suyo y te puede dar un tirón en la espalda al recogerlo.

Abrazos.

illeR dijo...

Yo en vez del gimnasio he optado por una wii, asi que cuando vienen mis amigos también podemos jugar : P

dintel dijo...

Irreverens, dentro de nada tendré que hablar de lo que no me duele... en fin, la edad y la mala vida. Ejem.

dintel dijo...

Tawaki, sólo he ido un mes al gimnasio, qué aburrido!

dintel dijo...

illeR, sólo me falta la wii. No encuentro tiempo ni espacio para mí que encima me engancharía a eso. Porque seguro que me engancho.