14/1/14

¿Madurez o ma-rudez?, datis de question

Hubiera necesitado que me dijeran: “agarra esa juventud que en un abrir y cerrar de ojos habrá desaparecido”. Pero nadie lo hizo y si alguien me lo hubiera dicho no le habría hecho caso porque el empuje mismo de la juventud te engaña y te hace creer que es para siempre.
Veía  a la gente mayor y pensaba que nunca llegaría a estar como ella. De mayor yo no tendría dolores, ni estaría cansada, ni aumentaría de peso, ni me descuidaría. Tampoco tendría problemas de presión, ni de azúcar, ni de colesterol, ni muchos otros achaques que entonces no podía ni imaginarme. Pero todo llega y todos tenemos que pasar por un tipo u otro de aro.
Me contemplo en el vidrio de la ventanilla del tren y veo como la vida ha pasado por mí. Debo reconocer que las arrugas me sientan bien, al menos no es algo que me moleste. Lo que más añoro de la juventud es mi sonrisa y mi energía, pero es que estoy tan cansada que mis facciones no pueden ni sonreír. No me gusta que se me escape algún que otro gemido de dolor cuando me levanto del sofá, o tener que mover muy rápidamente los dedos en mitad de la noche porque se me ha dormido el brazo durmiendo. No me gusta nada tenerme que controlar la presión, que es la única cosa en mí que tiene la energía suficiente para estar más alta de lo normal. No me gusta tener que ir haciendo agujeros extras al cinturón por un crecimiento autónomo de la barriga. Ni que un resfriado me dure una eternidad y me tumbe en el sofá cada vez que vuelvo del trabajo. No, no me gusta.

Supongo que a la larga me adaptaré a esta madurez para la que me siento tan inmadura.

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