Perdí mi alma en el fondo de un vaso de cerveza y esparcí mi
vida sobre mesas de hierro forjado y cristal. Vivir, viví, os lo juro, con la
misma intensidad que el humo de los cigarrillos penetra en los ropajes de
quienes desaparecemos entre sus bruma. Pero vacié mi vida con palabras entre
párrafos de euforia y silenciosos saltos de línea. He caído más de una vez, y
de dos, y de tres en la oscuridad ingrávida
del punto final, pero siempre he
encontrado de nuevo el impulso en la copa vaciada de un trago y convertirlo en
un punto y aparte.
Ahora, junto a vasos vacíos y botellas desllenadas permanece
i libreta abierta siempre por la misma página. Me observa, traga tinta y me
recrimina: “Pelo cano y arruga cierta entre el ceño fruncida mucho más de lo
deseado, aliento etílico, corazón seco y no precisamente por haber no amado.
Soledad profunda, perdido el deseo, entregaste el alma desde el primer beso”.
¡Maldita arpía! No recuerdo cuando mis labios se posaron por
primera vez sobre el filo de un vaso de cerveza, ni recuerdo cuando fue la
última que mis dedos acariciaron la pluma que un día llenaba libretas
resbalando por las páginas. Lo único que recuerdo, porque lo tengo, es el sabor
amargo en la boca, aunque nunca he sabido si por culpa de la cerveza o de
haberla bebido en soledad.
1 comentario:
La soledad, sólo es amarga cuando no es buscada.
Saludos!
PD: He cambiado la dirección de mi blog :) http://candelacuentahistorias.blogspot.com.es/
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