23/9/11

Guardar silencio

Solo quería que me dejara en paz. Con lo tímida que soy y siempre me pasan a mí estas cosas. Estaba comiendo y me molestaba su presencia. No paraba de mover la mano  con la que sujetaba ese manojo de romero. Me lo intentaba poner delante de mis ojos para que le prestara atención y lo paseaba por encima de mi plato. Intenté tirarme para atrás pero me tenía pillada por su enorme cuerpo.  Al final, casi como defensa propia intenté apartar su mano para que alejara de mí las dichosas hierbas.

La “voluntá”, no pido “na má” que la “voluntá”. “Cucha”, María que vaj a tené musha suette, pa ti pa tu familia.

Me cuesta mucho pronunciar un no en estas ocasiones. No me sale la voz. Además, siempre pienso, “que se vaya, que se vaya, pero que no se enfade”.  No creo en el mal de ojo, pero, para mi tranquilidad, que no me lo eche. Así que durante unos segundos eternos, estuvimos forcejeando con el romero, mirándonos a los ojos en silencio. Con el codo, sin querer di a una vitrina que era el pilar de un viejo y silencioso gramófono, del golpe, desplacé el pickup que rascó sobre los surcos de un disco grueso.

La camarera se dio cuenta de lo que estaba pasando y se acercó para sacar fuera del local a la mujer no sin antes darle tiempo a esta a gritarme algo inteligible. Cuando cerró la puerta del local, símbolo inequívoco de que había sacado de allí a la señora del romero, se acercó a mí a pedirme disculpas. Roja como una amapola le dije que no se preocupara. Era la primera vez que me hablaba la camarera. Qué buena está; me gusta desde hace tiempo, pero no sé qué hacer para hablarle, las únicas palabras que cuzo con ella son: ¿Cuánto es? Tanto, me contesta.

De pronto el disco del gramófono se pone a rodar y este empieza a sonar.

Con lo tímida que soy y siempre me pasan a mí estas cosas. “Que se vaya, que se vaya, pero que no se enfade”. No creo en el mal de ojo, pero que no me lo eche. Qué buena está la camarera, me gusta desde hace tiempo.

Incapaz de afrontar lo que estaba pasando me fui de allí, sin pagar, tampoco salieron detrás de mí, y nunca más he regresado para comprobar si mi alter ego había callado. ¿Y si aún seguía hablando?

10 comentarios:

anuar bolaños dijo...

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TINTA HÚMEDA


Viene tu aroma,
deja sobre mi rostro
un velo agridulce pegajoso
insolente

Tu imagen,
sentada frente a mi,
tiene el gesto blando
de un mito develado.

Dices que el amor
es un manjar que se fermenta,
quizás tengas razón.

¿Quién nos programó esta cita?



Anuar Bolaños.

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JESUS y ENCARNA dijo...

Bon dia Dintel,os invito a pasar por el cafe D´Arts, ya lo conoceis, estoy seguro de que alli no te echaran mal de ojo, jajaja, es posible, sin embargo que te enamores de la dueña, eso ya es otra cosa.
Besos x dos
Jesus y Encarna

Anca Balaj dijo...

Jaja, ya ni un café se puede tomar una si ser atacada por señoras del romero y alter egos parlantes.

dintel dijo...

anuar bolaños, creo que todo amor fermenta, ahora bien, o mejora o se llena de moho.

dintel dijo...

Jesús y Encarna, ¿vais a estar vosotros en ese café algún día?

dintel dijo...

aminuscula, sí, es peligroso.

Irreverens dijo...

Jope, Dintel, tenía yo unos 19 años cuando, estando en Sevilla, me vino una señora con el romero... Me dejó tiesa con todo lo que me dijo. Pero mucho más pasmada por lo que dio a entender...

illeR dijo...

El silencio... arma y escudo al mismo tiempo

Tawaki dijo...

Si al final resulta que la del romero sólo te estaba echando una mano.

AdR dijo...

A mí una me leyó la mano, cuando estaba de viaje con el instituto. Y luego se quejó de que le daba poco dinero.

Creo que me echó mal de ojo de esos, así me va :D

En mi caso no había camarera a la que tirarle los tejos, una pena.

Besos