19/8/11

Recuerdo como si fuera hoy

Llegaste  tarde, sin ganas, inmersa en tus propios pensamientos, cavilando sigilosamente las primeras palabras que me dirías. Tu cara cansada, con visos de doblez en cada gesto, me anunciaba, mientras te sacabas la chaqueta, la desalentadora noche que me aguardaba. Con ese falso candor infantil de la mentira, tus manos torpes y presurosas me cogieron y me atrajeron hacia ti para proceder con el acostumbrado y gastado beso de “hola, cariño, ¿qué tal el día”. En ese preciso momento vi efectivo mi destrone y  desde un estado jadeante de estupefacción y fatiga conseguí articular “bien”. Después de un par de semanas anodinas de incurrir en largos intervalos de silencio, vio  que lo irremediable se había hecho presente  y me comunicó, profusamente envuelta de su verdad y expresándose sin ambages, la existencia de un nuevo amor. Me descubrí, unos días más tarde, obedeciendo a tus sentimientos de forma fría y envarada, como conformándome con el dictado de la providencia y adquiriendo una creciente aversión hacia ti y hacia todo lo tuyo. Tuvimos que destrenzar nuestras vidas en un par de días, tiempo suficiente para convertir nuestro desamor en un rosario de alharacas.

El tiempo, como puede verse, no ha fragmentado el recuerdo si bien lo ha ido rodeando de una rústica penumbra que desdibuja la silueta haciéndolo más irreal.

2 comentarios:

Elena Casero dijo...

Triste recuerdo, sin duda alguna. Es cierto que el tiempo desdibuja los contornos.

Un abrazo

Tawaki dijo...

En ocasiones, luchar se nos hace demasiado cuesta arriba y debemos conformarnos con el recuerdo.