Si tuviera que hablar del amor, mi último amor, empezaría diciendo que fue sucinto. Nada más conocerla, me quedé imantada a ella. “Esto no es puede ser sano,” me dije pero no me escuché. La chispa que se produjo al cruzar nuestras miradas forjaron el camino que íbamos a tomar. Un camino, que por aquel entonces no sabía que era mejor no empezar.
Nimbadas de un halo de clandestinidad, empezamos a construir nuestro amor. Este se forjó rápidamente. Tanto para ella, como para mí, no podía ser de otra manera. Por fin la vida nos había juntado y nosotras por obcecación, no vimos más allá de nuestros sentimientos exaltados.
No debía empezar así. Siendo audaz e intrépida, sin valorar las consecuencias de ese amor. Solo quería vivir de él, bebérmelo a grandes sorbos. Pero cuando haces esto, el amor se acaba en seguida y se establece dentro de ti un gran silencio que socaba tu esencia.
Solo te queda guardarte las palabras y sanar la ausencia, esa ausencia que resulta dolorosa, pero necesaria para volver a ser tú.
Sabes de antemano que lo único que conseguirás será el semiolvido de ese amor, que, rota como estás no vas a tener otro, se convertirá en el gran amor y el gran dolor de tu vida.
1 comentario:
quan el cor i els sentiments prenen força i acció, casi res els pot aturar.... per be o per mal.
Però penso, que millor viure'l que quedar-se en el dubte... també hauria pogut anar bé, no ?!
El pròxim no serà mai igual, serà diferent i això també és bo !.
Una abraçada ; )
Publicar un comentario