21/8/25

Rendición

He claudicado. No voy a conseguir nunca el amor. Ya sé que no se puede decir nunca, porque no se sabe lo que nos deparará el futuro, pero yo sí que digo nunca porque nada en la vida he tenido más claro.

¿Fue acaso delito desearlo con tantas ganas? ¿Puede que haya sido una osadía  o una necedad pensar que llegaría a conseguirlo? Me daba igual qué tipo de amor, uno en mangas de camisa, uno corriente y moliente, aunque nunca imaginé que los que tuve fueron menguantes. La belleza de las cosas, ¿no consiste en que duren para siempre? 

¿A qué ha jugado conmigo el destino? Pensé que siempre sería agradable conmigo y ahora no me queda más que mirarle estupefacta: ¿esto tenías preparado para mí? ¿Dónde has escondido mi prosperidad amorosa? ¿La he tenido alguna vez? Era fácil ceñirte a mis deseos, no eran nada del otro mundo, pero no debían pasarte inadvertidos; pensé que éramos amigos, tú y yo. Me has vapuleado el alma y me has causado inquietud. Y si me siento así es porque no he aceptado tu decisión. Por esto, ahora que nada busco fuera de la tranquilidad, después de luchar con uñas y dientes contra tus deseos, te informo: he claudicado, has ganado tú.


No hay comentarios: