3/9/08

En un tren de cercanías

El otro día, viajé en tren. Era un tren de cercanías, de los que a primera hora de la mañana transportan somnolientas y legañosas almas a su lugar de trabajo y que, por la tarde, las retorna cansadas y mortecinas. Yo, no siendo menos, era una de esas almas cansadas y mortecinas que regresan a su hogar, anhelante de unos minutos de silencio y de la horizontalidad del sofá.

Sentada de espaldas a la dirección del tren, intentaba mantener el pensamiento activo para no sucumbir a la modorra que el retiro de la luz diurna junto al traqueteo del tren me estaba produciendo. En frente de mí, estaba sentada una chica de más o menos mi edad. Se hallaba absorta en la lectura de un libro. Era de más envergadura que yo y llevaba una fina chaqueta de color rojo con cremallera. Me llamó la atención espacialmente su incipiente flequillo cortado en línea recta como los antiguos frailes medievales. Era uno de eso peinados extremos que se hacen ahora. Se veía una chica con clase.

Empecé mi acostumbrado juego: intentar descubrir qué libro estaba leyendo. Lo primero que hice fue mirar la parte superior de la página a ver si era de esos en los que viene escrito el autor y el título. No lo conseguí ver. Decidí esperar a que se le escapara de la mano izquierda las pocas hojas leídas y que se le cerrara la tapa, o que pusiera fin a su lectura; pero iba pasando el tiempo y nada de esto ocurría.

Armada de paciencia y deseando que no tardara en bajarse, esperé mientras las estaciones se iban sucediendo una tras otra. Cuando ya la espera me estaba siendo sinónimo de eternidad, voluntariamente, cerró el libro y lo dejó sobre el bolso que estaba acomodado sobre sus piernas. Feliz por el triunfo, leí tranquilamente el título, era “El corazón helado”, el último de Almudena Grandes. Sonreí para mis adentros y mientras me regocijaba con mi pequeño triunfo me asaltó la intriga de por qué había dejado su lectura así, repentinamente. Con la mirada fija en la portada, utilicé mi visión periférica para ver si descubría qué estaba haciendo y, con ello, no tener que mirarla directamente. No vi movimiento alguno, así que me armé de valor y la miré directamente a la cara, dispuesta a disimular, haciendo ver que ella estaba en el recorrido de mi vista ya que me había surgido un repentino interés por el paisaje que se paseaba al otro lado de la ventanilla.

Mi mirada quedó presa de su acción: con el dedo índice de la mano derecha, se hurgaba una de sus fosas nasales en busca de algún moco con textura adecuada que fuera susceptible de convertirse en pelotilla. Habiéndolo hallado se dispuso a extraerlo. Lo hizo rodar sobre la pared interna nasal hasta tener acceso a apresarlo entre su pulgar y su índice para, seguidamente, pasar a realizar su esférico moldeado. Yo no daba crédito a lo que estaba viendo. Mientras ella le iba dando reiterada forma yo pensaba: “No, no lo hará, eso ya sería demasiado”. Pero me equivocaba. Cuando consideró que el moco había alcanzado la configuración adecuada para deglutirlo, así lo hizo. No sin antes mascarlo, eso sí, con la boca cerrada, como marcan los cánones de la buena educación.

Con gesto rápido y certero, totalmente mecanizado, se limpió y se frotó la mano sobre el pecho izquierdo, supongo que para eliminar cualquier rastro que hubiera quedado impregnado en las yemas, mientras continuaba saboreando el improvisado bocado (en mi mente apareció la imagen de un cartel típico de aparador; hecho a mano). Y rauda, como quien pierde un tiempo precioso, volvió a colocar su dedo índice a la búsqueda y captura de una nueva mucosidad.

Al principio, yo, sintiendo absoluta vergüenza ajena, era incapaz de mantener la mirada fija en su acción. Pero, poco a poco, la hilaridad se fue apoderando de mí. ¡Era ella la que estaba dando un espectáculo en público! ¡Era ella la que había dejado de leer para hacerse pelotillas! Yo sólo miraba. ¿Por qué me tenía que sentir incómoda? Busqué en mi interior la desfachatez del voyeur y me dispuse a ver la función desde primera fila con la idea de escribir sobre ello. Debo decir que no añoré las palomitas. No tengo tanto estómago.

33 comentarios:

Cris dijo...

jajajaja que cosas!! yo pensé que lo aventaría o algo asi :P en esos casos que se hace?? la verdad da mas pena ajena!!

Olga Cánovas Galindo dijo...

Qué asco!! pues vaya clase que tiene esta chica.

JESUS y ENCARNA dijo...

Sin duda una chica con clase!!!, las miserias humanas nos acercan al más "sobrio" vecino pero... hasta el punto de comérselo... y en público!!! menuda guarrería!!!
Besicosssss
Encarna
por cierto, me ha recordado una canción que me enseñó mi hija cuando era pequeña...
"Yo tengo un moco, me lo saco poco a poco, lo redondeo, lo miro con deseo, y me lo como, y como sabe a poco... volvemos a empezar"

la+ dijo...

Menudas risas me he echado ( y a estas horas en mí te aseguro que no es normal ) .... toda mona con su librito y raca !! una comemocos !! jajajajja

Besos de me encanta tu vena cómica

Spica dijo...

...y eso que tenía clase...como no cayó en la cuenta de preguntarle al auditorio..."¿ustedes gustan?"...si es que ya no se dan valor a esos detalles por diossss...jajajajaja...

Irreverens dijo...

¡puaaaaaj!

¡¡Joé, Dintel, que acabo de desayunarme...!!

[Eres genial, después de leer los 4 primero párrafos, lo último que podía esperarme era una descripción minuciosa del viejo arte de hacer pelotillas, jojojojoooo!!]

AdR dijo...

Ay, he desayunado un café y un bollo con mantequilla, mucha mantequilla, se me está aglutinando todo en la garganta... ay...

Ya no quiero leer ese libro, ni viajar contigo en Cercanías.

Anónimo dijo...

Dintel, como me has hecho reir, a carcajada limpia, aqui, una hora menos q en espanya, seguro q mi risa llegara hasta tu ventana hasta hacerte despertar, jaja, dios, hay dos temas que siempre me hacen gracia... los mocos y los pedos.

jajaja, espero que en otra ocasion expliques alguna anecdota del segundo tema... entonces.. me descojono viva.

Sandra Sánchez dijo...

Pues también lo podría haber usado de marcalibro...

(puagggg) ;)

Chuspi dijo...

jajaja!!
Me ha parecido magnifico el relato!!!
Vaya giro que le has dado del medio hacia el final!!

No sabía que existían formas tan depuradas para describir la extraccion de un moco, jajaja!!

Un saludo!

Ripley dijo...

jajaja. Muy buena la historia aunque ahora no sé si tomarme el café que tengo delante o no; has descrito con tanto detalle lo del moco que se me ha revuelto el estómago. ufff. besito

dijo...

que asco!!!!!!!
realmente te admiro por mantener la mirada!!! jajaja
besos

Anónimo dijo...

Estas diciendo que se comió un moco?????? no, no, no. No me lo puedo creer!!!!!!!!

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJAJA! Yo que creia que me ivas a dcir que la xita t habia interesado o algo y xeso la mirabas!!! y menos comerselo habia pensado de todo que lo pegaria en el asiento de al lado, en la pared, nose...todo menos comerselo!!!dios que repugnancia!!! se sentiria todabia muy niña como para hacerlo!
Un beso!

Anónimo dijo...

Perfecta descripción. Estoy haciendo la digestión con un asco... Buen final, ja, ja, ja.

JD dijo...

Jajajajajajajajajajaj que me meooo! Si que tenia clase la tia madre mia. Tu si que tienes clase para contar de manera "bonita y palabras amables" QUE LA CERDA SE COME LOS MOCOS!! Dios lo que me he reido.

ConchaOlid dijo...

A ver..¿Nadie se ha quitado un moco jamás, ni en los semáforos, ni viendo la tele?...jajajaja. Seguro que sí.
Ahora, merendárselo es otra historia.

Blau dijo...

Dintel, a ti te pasan unas cosas increibles.
Te recomiendo que dejes de mirar a las mujeres interesantes en el tren, despues mira lo que pasa, ooooOOOOOooHHHH desilusión, son normalitas y algunas como esa del tren un poco...

Besoss

Magda dijo...

Ja ja. Con que ilusión iba leyendo hasta que llego el momento del moco!!uajj
...imposible imaginar que el relato de una niña con "clase" iba a terminar con las manualidades del moco...

Rara Avis dijo...

aagggghhhhhh!!!!! como les gustará comerse los mocos a la gente!!!

besitos!!

la cocina de frabisa dijo...

Chica, qué horror!!

A medida que iba leyendo y vislumbrando lo que pasaría, iba sintiendo lo que tú, verguenza ajena.

Claro que todos tenemos nariz y nos la limpiamos con o sin pañuelo, pero....¿comerte los mocos? puafffffffffff, es que no me puede parecer más asqueroso.

En fin, que ya lo decía el Quijote, "cosas veredes, amigo Sancho"

un beso

isobel dijo...

que me encantan tus textos cuando pienso que vas por un lado, vas y me das la vuelta, besitos

leo dijo...

Eso se llama aprovechar los recursos naturales.
Que asquitoooooooooo, pa habennos matao.

boticcario dijo...

Jaajaajaa.... como me he reido...¡¡¡Pero como se puede!!!, así tal cual.... pero si todo el mundo sabe que antes hay que ponerle sal :D

Besos

Gloria dijo...

mira que llama la atención: porque es menos oprovioso a escondidas qeu en público?

La mayoría de los actos propios que comprometen micciones o mucosidades u olores metanólicos deben hacerse a escondidas porque la verdad es que todos los hacemos...pero son propios de cada uno y en público a los menos cuadriculados les produce hilaridad y a otros asco abierto. Alguna vez alguien me dijo que la mejor manera de perderle el miedo al jefe era imagin´rselo sentado en el sanitario...yo no puedo dejar de pensar que el pensador de Rodin, parece mas sentado en el sanitario que en cualquier otra parte...

Pero en privado no solamente se hacen actos que comprometen micciones o mucosidades o gases...tambien se tienen pensamientos...caricias...gesticulaciones frente a un espejo...

Lo privado parece locura a los ojos del público, porque es allí donde desaparecen las diferencias...

Raquel dijo...

ja ja ja, pero si es que me estoy imaginando todo... Y esto me hace recordar esos ratos en que los niños te cuentan cómo se sacan los mocos y lo rico que están cuando se los comen, el saladito y... puaj!!!!wacala!!!! perdón

Erin dijo...

Uaaaaaaa...yo creo que si me llega a pasar eso me entran ganas de soltarle algo tipo; ¿Buscando petroleo? ¬¬'

hahahaha...muy buena!

Inuit dijo...

¡Qué assssssco! Si yo llego recién desayunada le vomito encima. Acabo de comer y tengo nauseas. Ay señor que se me ha puesto mal la comida y mira que me gustó lo de tu mirada periférica. Es que no es broma lo que te cuento.
Inus

Señor De la Vega dijo...

Vaya...genial. Yo admiro esas cosas, de artesanos y de acrobacia digital.
He de reconocer, que al llegar a la segunda pelotilla. Yo, desde el asiento de enfrente, hubiese entre abierto ligeramente la boca, cual perrito amaestrado, exigiendo un acertado lanzamiento de ella, y hubiese bastado el impulso del índice apoyado en un pulgar firme. Deleitándome yo, al deshacerse en boca, esa píldora de caviar salada y tan humana, como habría hecho el gourmet más refinado.
(Según estudio de la Universidad de Alabama, somos el único ser vivo que elabora microesferas con los excrementos nasales propios).
Gracias por compartirlo, Suyo Z+-----

Izel dijo...

Jajaja Al menos no te lo lanzo encima... Podría haber sido peor...

இலை Bohemia இலை dijo...

Puag...los otros días vi a una señora mayor haciendo lo mismo y te juro que me revolvió el estómago...¡que tentempie más asqueroso!

En cuanto a lo del libro, yo también tengo esa manía de tratar de descubrir que leen los otros si me pillan de paso...

BSS

dintel dijo...

A todo el mundo:

Es la historia más real que he escrito nunca, lo viví en primera fila.

Sandra Sánchez dijo...

Joé!