21/9/08

Salas de espera

Me esperaba la Mosca Estremecida a la salida de mi trabajo para acompañarme a recoger una analítica en una clínica cercana. Si os he de confesar la verdad, hay veces que la Mosca me roba el corazón y otras casi la mataría. Hoy ha sido de robármelo. La hallo sentada en un banco de la acera con una manzana Fuji a su lado.

− No me mires así de extrañada. No es que piense emular a Newton, no. Simplemente he pensado que podías tener hambre y te he traído la merienda. Ya sabes que para mí la alimentación es muy importante y la fruta aporta agua y vitaminas y, por otro lado, no te quita el apetito para la cena.

−Ah, muchas gracias −le he contestado yo cogiéndola mientras abría el macuto para buscar un pañuelo de papel para limpiarla.

− Ya la he lavado, nunca se sabe con qué pesticidas asesinos ha estado rociada.

Así, que se subió a mi hombro y, mordiendo la manzana, fui caminando hacia la clínica. Íbamos calladas. Con el rabillo del ojo veía como observaba todo. Me maravilla lo interesada que está por cualquier cosa. Todo le sorprende, es como un crío que está descubriendo el mundo, pero mucho mejor, porque razona como un adulto. A veces cómo un genio, me atrevería a decir.

Casi llegando, me acerco a una papelera para tirar el corazón de la manzana que había empezado a oxidarse y me limpio las manos con el pañuelo de papel.

Una vez en la clínica, subo a la planta quinta y recojo los resultados. Ya nos íbamos, y bajando las escaleras la mosca me dice:

− Mira esta sala de espera es muy grande, ¿por qué no nos quedamos aquí y así, mientras tú lees un rato, me dedico a contemplar a las personas? Se está fresquito.

Pienso rápidamente que sí, que se está muy bien y que realmente los sillones parecen muy cómodos. No hay humo ni ruido como en los bares, además, llevo mi botellita de agua. Pues sí, no me parece mala idea. Así que, sin contestarle, me dirijo a uno de los sillones libres y me siento. Saco mi libreta del macuto, mi pluma y mi libro y me dispongo a leer. La mosca vuela de mi hombro hasta el vértice dónde se junta la patilla de mis gafas con el cristal. Dice que ahí tiene la mejor vista. Me concentro en mi lectura.

− Las salas de espera de los médicos han cambiado −no tarda en interrumpirme.

Levanto la vista a ver qué tienen de diferente, pero no veo nada, así que vuelvo a concentrarme en mi lectura.

− La gente ya no se pelea por coger el Hola o el Semana para que no le toque hojear el Pronto.

Respiro hondo y vuelvo a interrumpir mi lectura. Estoy leyendo La Felicidad de los Ogros, de Pennac y como tiene esa connotación surrealista, necesito más concentración que nunca para ver los guiños del escritor. Así, que sin levantar la vista, sigo leyendo.

− No, ahora estas revistas reposan casi todas sobre la mesa. Al menos en esta consulta ginecológica. Pero me atrevo a asegurar que pasa lo mismo en todas las consultas.

− ¿Y qué? −pregunto cerrando el libro de golpe y sabiendo ya en ese preciso momento que se había acabado mi lectura.

− Mira, ¿para qué tienes los ojos? −me pregunta alucinada y medio enfadada al descubrir lo superficial que soy no reparando en estas cosas, y bajando la voz continúa−. Esa señora mayor está leyendo el Hola, pero el resto tiene el móvil en la mano.

Ahora, por primera vez, miro viendo de verdad y me sorprendo como ella. Mujeres solas, matrimonios muy jóvenes que supongo vienen a que les confirmen su estado, matrimonios en los que su estado es más visible, incluso alguna madre que acompaña a su hija por primera vez, todos ellos tienen el móvil en la mano.

− Estos cuartos de hora de espera −continúa la mosca divertida con un tono de voz que empieza a sonar irónico− son primordiales para la vida del móvil: para acabar de organizar la agenda en grupos y subgrupos, para conocer mejor su funcionamiento, para repasar mensajes almacenados o borrarlos, o enviar aquel que siempre se pospone por pereza, para navegar y chatear, para jugar con el bluetooth o con esos jueguecillos que sólo pueden distraer a mentes aburridas. Mira, mira, incluso hay algunas que hablan por él debajo de la señal de “desconecte su móvil”.

Cierto, he ido observando todo eso a la vez que la Mosca Estremecida lo iba citando.

− Y este amor al móvil es para evitar el mayor de los miedos −continúa−, estar a solas con los propios pensamientos.

Ahora me ha creado un silencio en el corazón y ella lo sabe porque vuela a posarse sobre mi mano y se pasea, suavemente, arriba y abajo. Es su manera de acariciarme. Recojo mis cosas, me levanto y me voy. Me sigue en silencio. Cuando ya hemos salido de la clínica me frena el paso volando hasta delante de mis ojos.

− ¿Una birra?

No puedo evitar sonreír.

27 comentarios:

Blau dijo...

Que maaaajaaaa esa mosca, ya me cae mejor. Cuando vaya al Dr. te la pido prestada :oP

Un beso

Anónimo dijo...

Plas, plas, plas...

la cocina de frabisa dijo...

Una compañía estupenda tu mosca para ir a este tipo de lugares.

Por lo menos te hace la espera entretenida, no sé si pedírtela la próxima vez.

un beso

la+ dijo...

Qué bueno niña !!!

Es una sabia esa mosca tuya ...

Besos

Anónimo dijo...

Me encanta como escribes, bestial ...

JESUS y ENCARNA dijo...

echaba de menos a tu mosca, estaba a punto de preguntarte por ella... una buena y fiel consejera es, cuídala!! ojalá yo tuviera una que me "dirigiera" un poquillo, que a veces a una le hace falta que le indiquen por donde ir.
Petonets
Encarna

Anónimo dijo...

Qué curioso, hay un párrafo que me ha hecho recordar el post de otra bloguera ...

Anónimo dijo...

Cierto, el móvil se ha hecho el dueño de nuestras vidas. Yo mismo sufro un ataque de pánico cada vez que me lo dejo olvidado en casa.

Super Yors dijo...

Fijate el furor que ha causado al mosca.... ¿una birra?

Concha Olid & Sonsoles López dijo...

Me vuelvo a subir... responsabilidades a la mosca.

Magda dijo...

Extrañaba a tu mosca.
Escribes genial.

Lucía dijo...

Puedo entender el miedo a quedarse a solas con los propios pensamientos. A veces, lo qu epuede pasar por una cabeza da bastante miedo...

AdR dijo...

Aplausos y vítores :)

Merypipis dijo...

Me encanta esta mosca...hoy :)

Desde luego que en mi corazón también se ha creado un slencio...

supongo que cada uno tenemos nuestros sitios favoritos para observar a las personas... el mío es el autobús...y me gusta que encima llueva... para que si he de sumergirme en mis pensamientos...el agua me ayude...


mil besos!

Erin dijo...

Ole..que agradable poder ir a tomar una birra después de contemplar esa realidad

Tawaki dijo...

Simplemente genial.

Un abrazo.

JD dijo...

Que buena compañia tienes. ¿no tiene la mosca una amiga para que me acompañe a mi en los ratos aburridos?

Raquel dijo...

Perfecto. Qué gozo leer esto hoy.

Anónimo dijo...

Eres buenisima! aunque no benga al caso yo de peque tuve una mosca de mascota a la que encerre en la cocina durante 3 dias, la ponia migas de pan sobre la mesa y todo, incluso la puse nombre, imaginatelo: negrita! jajajaja!
Un beso!

Inuit dijo...

Estoy empezando a tener un serio problema con las moscas. Antes, lo tenía claro, o se iban o sucumbían, pero tu mosca como que se me ha hecho cotidiana y ha empezado a desarrollarseme un afecto peculiar por estos insectos hasta ahora repelentes.Cuando veo alguna, empiezo a pensar que podría ser tu mosca y le dedico unos segundos de conversación amigable para captar algún signo que me persuada de mis perversas intenciones.
Inuits

Ripley dijo...

Me ha encantado, de principio a fín. Muy bueno.

JESUS y ENCARNA dijo...

Como siempre.. Muy observadora e inteligente esta mosca.
Saludos sin mosqueo.
Jesus

boticcario dijo...

Esa mosca es el Pepito Grillo del siglo XXI.... pero la verdad es que nunca me habia parado a pensar si me escudo en el móvil para no estar a solas con mis pensamientos..... a ver..... No. En mi caso no es asi. Mis pensamientos me encantan, disfruto soñando despierto. Creo que lo hago para que descansen un rato y reponan fuerzas.

Besos

banderas dijo...

Aunque yo no conocía a tu amiga la mosca he de reconocer que es buena compañera y mejor consejera... un tanto tiquismiquis, eso sí, pero sabia e inteligente.

Preciosa historia con paradoja sobre incomunicación en un mundo de tecnología de la comunicación.

Bicos ;-)

Alex Sual dijo...

Un enorme aplauso para la Mosca Estremecida... porque... ha hecho estremecer esos pensamientos que como ella ha dicho... tememos estar a solas con los mismos...
Una birrita para la Mosca... y un saludo para tí

elita dijo...

Llego a ti a través del post de Raquel. Me ha gustado mucho poder esbozar una sonrisa justo al volver a sentarme en la oficina tras la pausa para comer. Entre la niebla de la pereza me has recordado que qué gusto es tener el móvil apagado...
Un saludo.

Mármara dijo...

Cada día me gusta más tu Mosca. Qué poder de observación, tiene, la jodía. Y cómo ha dado en el clavo, con el uso del móvil. Por mí lo digo, la primera.