Diario 1
Cuánto tiempo sin sentarme a escribir. Al menos, escribir para aquí. Con esta tranquilidad que ahora me abraza y teniendo el tiempo para hacerlo. Me acompaña un buen zumo de naranja, mi pijama a rayas y mis zapatillas. Fuera, hace mal tiempo, pero me importa bien poco. No pienso salir. Sigo prisionera entre las paredes de mi casa.
Mis dos últimos trabajos fueron un éxito rotundo. El público, puesto en pie, no paró de aplaudir, se le tuvo que echar invitándolo a desalojar la sala. Me sentía orgullosa a rabiar. Le había dedicado tantas horas, tantos días, tantas noches levantándome preocupada para solucionar algún problema, que los múltiples choques de palmas no acababan de compensar.
Anteriormente, había avisado que iba a dejar el teatro. Que estas serían mis últimas obras. No es que estuviera cansada o que me faltaran ideas, no. Sencillamente, quería dedicar todo el tiempo que pudiera a escribir mi novela.
El público no se fue, quería hablar conmigo. Me felicitó, me aduló, me idolatró. Me dijo un montón de bellas palabras que supongo sentía de corazón. Todo el mundo, sin excepción, me pidió que no lo dejara. Que para junio querían ver otra puesta en escena. Sonreí, incluso llegué a carcajearme. Sabía incluso, desde el momento en que aquellos aplausos no compensaron para nada todo lo que yo había pasado, que no iba a dejar el mundo del teatro. Mi mundo. Un mundo que, sin quererlo uno, se lleva en la sangre, y, en mi caso también, es una puerta hacia mi interior. Ese interior barrado y candado para todo el mundo y que, con cada obra, veo cómo se mueve sobre el escenario. Eso sí que compensa, sacar a pasear tu Yo en cada uno de tus trabajos.
Por esto tengo dos nuevos proyectos en los que dejarme de nuevo la piel. Con el mismo gusto que lo hago siempre y a sabiendas que ningún aplauso podrá compensar lo que siento al ver mi trabajo realizado.
Fuera llueve y sigo postrada ante mi enfermedad, que mejora pero no con la rapidez que yo quisiera. Y, hoy, de nuevo, me he sentido con ganas de teclear un rato. Desde hace dos semanas, ni leo, ni escribo, ni vivo.
11 comentarios:
te iba a preguntar que dónde habías estado. Ahora ya lo se. Y menuda panzada que te acabas de dar conmigo. tu me entiendes. No creoq ue puedas ni debas dejar el teatro. a lo mejor, no se cómo, lo puedes incorporar a la novela??
Espero que mejore esa enfermedad a la velocidad de la luz.
Me alegro mucho por tus éxitos y de tus proyectos pero no quiero que te aparten de este blog :(
Siguenos curtiendo con tus palabras. y enhorabuena por esos triunfos!
nO PUEDES DEJAR EL TEATRO...ES TU VIDA.
Has visto 'La función por hacer' está en el Español. Sala pequeña, no te la pierdas!
El teatro creo que genera 'mono'...
Y te iba a costar muucho superar la adicción...
Muucho Ánimo
Se te echa de menos cuando no pasas ratos entre tus bisagras. Pero es bonito cuando vuelves y sabes que estás ahí y que estás muy enterita, viva y coleando.
Supongo que hay cosas que una nunca es capaz de dejar...
Un descansito de vez en cuando tampoco viene mal y más si es para reponerse...
ya echaba yo de menos este blog...
ánimo!!
Uy, pues para mí ha sido una sorpresa leer eso que te dedicas al teatro. No lo sabía, y mira que te leo desde hace mucho...
Besos.
¿Escribes teatro??? uauuuuuuuuu, pero qué maravilla!!
La capacidad de escribir y hacerlo bien, me parece sublime.
Espero que te recuperes prontito.
Un beso y ánimo
enhorabuena y bienvenida al ruedo.. al final tanto esfuerzo se gratifica..
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