Hacía mucho que tenía este libro en la biblioteca, cuando me lo compré lo estuve picoteando algunos días y lo dejé para otro momento, pues seguro que debía tener alguna cosa prioritaria por hacer. Y ahí se quedó, en la balda de los libros de ensayo sobre escritura y ahí ha ido pasando los años. El otro día lo cogí de nuevo, esta vez dispuesta a leerlo con atención y ganas y así ha sido.
Nunca he sido buena en lenguas, soy persona claramente de ciencias por naturaleza y por devoción. Siempre me ha costado mucho el aprendizaje de una segunda lengua y, a pesar de casi dieciocho años de estudio, que se dice pronto, la tengo de lo más deficitaria. Eso sí, siempre he sido lectora y he devorado todo libro que se me ha puesto delante. Es lo que tiene ser una perfecta insómnica desde la más tierna infancia. Como buena lectora, también me ha gustado mucho escribir. Recuerdo cómo disfrutaba con las redacciones que nos obligaban a hacer en las clases de lengua. Siempre buscaba en el diccionario las palabras que leía y no entendía y luego las aplicaba a mis escritos, cosa que a veces sigo haciendo.
Este libro, que no es más que un análisis de la utilización de diferentes términos, me ha servido para ver que desconozco totalmente el tema. Ahora resulta que muchas de las palabras que están en mi vocabulario son verdaderas depredadoras procedentes del inglés que lo único que hace es engullir la palabra castellana junto con sus sinónimos más próximos de manera que el lenguaje español pierde matices. Y lo peor es que es por una mala traducción, al menos eso opina el autor del libro y creo que a mí me ha convencido.
Una de las partes del libro que más he disfrutado ha sido el de las letras de algunas canciones. Será por la necesidad que he tenido de ser letrista, este tema me ha hecho pensar y tomar conciencia de la importancia de la corrección en todo el ámbito del lenguaje. Ahora me fijaré mucho más en cómo escribo mis letras, no quiero que un día caigan en sus manos y tenga algo que decirme.
Uno de los aspectos de los que habla me ha creado un poco de inquietud. Dice que si seguimos cambiando el significado de algunas palabras por el mal uso de estas, llegará un día en que no entenderemos lo que leamos si el libro es antiguo. Eso sería una verdadera pena. Cita ejemplos, pero no quiero transcribir ninguno porque para eso está el libro.
Me lo he pasado muy bien leyéndolo, lo he encontrado muy interesante. Pienso que puede ser atractivo para todas aquellas personas que sientan amor por las palabras. Las otras, abstenerse, porque sólo de palabras trata.
8 comentarios:
A mí me encanta la adulteración de las palabras.
Anda, pues creo que de todos los que has recomendado éste es el que más me ha interesado... me lo apunto, ¡gracias!
Me gustan las palabras, conocerlas, saber usarlas, su ortografía, su etimología, su evolución. Creo que ese libro me puede gustar mucho.
Anoto, anoto. Me interesa el tema.
Me gusta ver cómo el lenguaje va cambiando. Me duelen esos errores que ya parecen norma porque "pienso de que..." Me asusta que no tengamos términos en castellano o en otras lenguas vernáculas para decir fashion, coach o performance, entre otras muchas. Bueno, que me salgo del tema....
Qué interesante.Y qué interesante descubrir que en realidad tú eres de ciencias... No lo imaginaba.
Todo buen académico y filólogo siempre reclama el uso de los términos propios en lugar de tanto neologismo, pero la sociedad de la comunicación y la invasión de la tele americana tiene, por desgracia, más valor de implantación... había leído sólo artículos de este autor.Gracia por la recomendación.
Qué interesante, incluso para los que no escribimos.
Además, me has dado una idea bárbara para regalar el libro a alquien que también escribe y le encantará.
Me interesa.
;)
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