Siempre me ha gustado hablar. Explicar cosas de mí, o sobre otras personas, opinar de la vida y avanzar hechos desde mi propia verdad. La gente me escucha y asiente con la cabeza, pues poco espacio dejo para sus opiniones entre mis palabras. Solo callo en mi soledad, momento que aprovecho para leer y adquirir nuevas ideas y sentencias para poder comunicar.
Pasase lo que pasase, en mis propias carnes, nunca me he permití el lujo de la autocompasión, por lo que mi discurso siempre fue ameno, incluso divertido, diría yo. Ese toque de ironía que posee toda persona inteligente, le daba la chispa y provocaba alguna que otra carcajada en mi receptor.
Pero un día, sin saber por qué, empecé a volverme parca en palabras. Dejé de encadenar conversaciones, como era mi costumbre para incurrir en largos y silenciosos intervalos. Si alguien me hubiera prestado atención en esos momentos le hubiera mostrado sin ambages la intensidad de mis emociones.
Al principio, me esforcé por mantener esa inicial locuaz munificencia, pero siendo como soy la primera en obedecer mis sentimientos, al final, callé.
A partir de entonces, noté que la quietud de mi casa me extendía unos brazos consoladores que me confortaban y me ofrecían un pulquérrimo silencio al que sucumbí con pleno convencimiento y ansia.
Con ello, no hizo falta que la vida me adujera nada más: soy persona de extremos.
5 comentarios:
Tengo un "criterio propio" muy ajeno, por lo tanto no coincido en los extremos.
entonces todas somos personas de extremos. Creo, más bien, que hay etapas en la vida y estás en otra. Seguramente, en la siguiente estés en el medio así que disfruta de este " silencio verbal" , que ni mucho menos es silencio total.
¡Cáspita! Porque no me conoces que, si no, ¡pensaría que me estabas describiendo a mí!
;)
Besitos, Dintel.
No sé si son etapas, las circunstancias de la vida o qué pero te aseguro que en este momento me encuentro en el más absoluto silencio y que ya harta de él, intento romper pero se resiste el condenado.
Muxuxxxx
Cierto... tu discurso siempre ha sido y me imagino que sigue siendo ameno. Risas...??? Innumerables. No me cabe duda que tu chispa ha iluminado siempre tu vida, aunque en algunas ocasiones hayamos tenido opiniones encontradas (pienso que fueron pocas).
Una que hace mucho tiempo que no ves, sigo sonriendo a la vida.
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