29/8/25

Perdona

Todo iba marchando bien con respecto a la amistad. Nos veíamos poco, solo en los patios del cole y un poquito a la entrada de la tarde. Ella estaba absolutamente enamorada del chico con el que salía. Pero sucedió algo imprevisto. Parece ser que “su amor” la había dejado por una chica de la que siempre había estado enamorado. ¿Y qué tiene que ver esto conmigo? Pues que hubo una confusión. Me explico.

Resulta que soy de las personas que, en casa, en vez de llamarme por mi nombre, me llamaban por un apelativo cariñoso. En principio, solo me llamaban así los amigos de mis padres y la familia. Pero un día, al principio de la preadolescencia, buscando mi propia identidad, decidí que en el cole también me llamaran por ese apelativo. Y en nada, todas mis compañeras, incluso algunas profes, me llamaron así, como si lo hubieran estado haciendo toda la vida. No era la única en tener otro nombre. Mamen, Tina, Cuca, Loles, Rat, eran algunos de los que se utilizaban en mi clase.

La confusión vino, porque la chica que había desbancado a mi amiga era llamada por el mismo apelativo que yo. Y la gente del grupo, se creyó que, cito palabras textuales, era yo quien “le había robado el novio”. La confusión duró más o menos cinco días, pero fue todo un drama. Conversaciones y susurros por aquí, por allá, malas miradas… Yo lo pasé mal, porque me sentí atacada y también por sentir una extraña culpa. 

Ahora, mientras estoy escribiendo esto, me siento ridícula. ¿Qué culpa más rara sentí? Si yo no tenía nada que ver con el asunto “novio”. Pero la adolescencia es así; antes de entrar en ella solo era como una planta que me alimentaba, crecía y hacía lo que me decían. Después, todo se convirtió en una explosión de sensaciones y sentimientos, pero que me hacían estar algunas veces fuera de lugar.

Por supuesto, una noche harta de sentirme así, escribí un poema, “Perdona”, muy sincero, pero que ahora considero que no lo tenía que haber escrito, porque no era a mí a quién correspondía pedir perdón. 

En él hablo de la culpa y del daño involuntario que a veces se causa a los demás. Supongo, que en mi fuero interno sabía que yo no había tenido responsabilidad alguna. El poema no iba solo dirigido a ella; se me mezclaba con la sensación de “portarme mal” en casa y tenía también en la mente a mi madre. Tuve una muy mala adolescencia y la que la sufrió fue ella porque me convertí en una niña muy, pero que muy rebelde y contestona. Así que, de alguna manera, también le estaba pidiendo perdón a mi madre. Aunque nunca llegase a leer mi poema (de esto me arrepiento ahora).

En él soy muy dura conmigo misma por esta mezcla de sentimientos. La dureza radica en el hecho de autocriticarme. También se puede entrever una empatía hacia cómo se siente la otra persona.  Recuerdo las ganas que tenía de salir de todo aquel galimatías de sentimientos y emociones. Siempre la culpa me ha provocado mucha inquietud y muchos remordimientos. 

Otro aspecto relevante del poema es que existe cierta contradicción ya que hay un aprendizaje sobre el amor y el dolor; empieza a desaparecer radicalismos: las cosas no son blancas o negras. No sé si con este poema quería desahogarme o no, no tengo un recuerdo demasiado nítido de él.

“Perdona, tengo la sensación de que a veces ensombrezco más que ilumino y esta es una de ellas. Verte así me duele y tengo la impresión que el daño viene de mí. En la vida hay momentos que las cosas se precipitan sin permiso y hieren sin que nadie lo quiera. 

Me pesa mucho más el daño que te he causado que aquel que recibo. Me esfuerzo en no fallar, pero acabo metiendo la pata. Hablo más que callo y muchas veces mi conversación ataca y roza donde duele. 

Siempre quiero hacer felices a mis amigos, a mi familia, pero parece que no lo consigo. Soy portadora de problemas y esto acaba hiriendo a las personas que más quiero.  

Quiero que sepas que más que nunca me duela a mí lo que he podido provocar en ti.”


4 comentarios:

artur dijo...

Quan descobreixes que arriba un moment en què no es poden controlar totes les coses, t'arriba aquesta sensació de buit.... És cert!, tu no en tenies la culpa, sinó més aviat eres la víctima de l'embolic.... situacions que mal portades, et porten al drama, millor aclarir les coses aviat i evitar majors mals;)
Bona setmana !!.

Nosu dijo...

Me ha encantado esto, qué buena manera de describirlo:

"Pero la adolescencia es así; antes de entrar en ella solo era como una planta que me alimentaba, crecía y hacía lo que me decían."

dintel dijo...

De vegades, malgrat que tu vulguis aclarir les coses, les altres persones no escolten.

dintel dijo...

Fuaaahhh! Recuerdo perfectamente mi vida vegetal. Qué maravilla descubrir todo el espectro que escondía la adolescencia.