Sigo en la línea de ir leyendo cómics para ir clasificando las sensaciones que me aporta. Este de hoy me ha sorprendido por lo minimalista. La mayor parte de la historia no está contada, sino insinuada y tienes que armarla tú utilizando conocimientos propios. Por otro lado, aquí, más que contarnos una historia, Chester Brown nos pone un personaje en juego; un personaje que es él mismo, cuando era niño y, luego, joven. El libro es una especie de memorias minimalistas. Con la portada, ya nos podemos hacer una idea de cómo es el trazo de este dibujante. De línea sencilla, fina y nítida, las viñetas se suceden a lo largo de las páginas sin que se abarrotarlas.El personaje, adolescente, tiene una necesidad imperiosa por comunicarse pero por otro lado se siente bloqueado para hacerlo. Su introversión choca con la amistad y los primeros amores. El autor nos matiza visualmente las sensaciones que nos quiere transmitir.
Otro que hay que leer.
De verdad, creo que me he vuelto una yonki de los cómics.










