“Sólo hay que pensar en los triunfos que uno se concede, y ser uno mismo su público, su crítico y su propia recompensa”.
Hacer las cosas por i para uno mismo es también subir un peldaño. Nacemos bajo la escalera y todo acto que nos conduzca a nuestra propia verdad nos obliga (o recompensa) a ascender un escalón. Claro que siempre está el positivismo que alega que se nace arriba y cada vez que nos alejamos de nuestra verdad descendemos un eslabón. Viendo lo que cuesta vivir, ando lejos de este positivismo. Siempre fue más difícil la ascensión que la bajada. Incluso a veces la escalera del destino nos obliga a guardar equilibrio sobre zancas cuya madera se halla en estado de putrefacción, un estado, también, muy válido en esta vida.
He encontrado un nuevo preceptor. Se llama Flaubert.
2 comentarios:
nacemos bajo la escalera, nunca lo había pensado así, siempre me vi ya en medio de la escalera...
Aunque tarde seguro que vale la pena conocer al gran Flaubert
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