Unos días por amor, otros por tos y anginas, el caso es
pasar las noches en vela. Y ya no podía más, no aguantaba estar estirada
tosiendo y sin poder respirar por la nariz. Así que, he dejado el nórdico
atrás, me he abrigado bien y me he levantado a perderme un rato entre letras.
Por ahora no noto el sueño, ya me aparecerá a mitad de mañana.
He empezado mi sistema de hidratación a ver si venzo la
batalla a la mucosidad, que, como diría mi madre, “la tengo cogida en el
pecho”. Esto supone ir dando sorbos a diferentes líquidos durante más de dos
horas, con paciencia y regularidad. Eso es: paciencia y regularidad. Cuando
hago esto, los ataques de tos desaparecen rápidamente. Bueno, de vez en cuando
aparece un pequeño amago que acostumbro a contener. Y así va pasando mi día,
entre líquidos.
Pero a medida que me hago mayor, este resfriado, gripe o
“calipándria” (palabro de mi abuela), se agarra más a mi pecho (que, por ahora,
es lo único que lo agarra) y tarda muchos más días en curarse. Recuerdo, de
joven, pasar estos episodios con incomodidad, pero sin llegar a hacer cama.
Nunca dejé de ir al colegio, ni a la universidad, ni a dónde fuera. Ahora, me
quedaría tumbada en el sofá de casa, o en la cama, sin tener que ir a trabajar.
Quedarse en casa venía marcado por el número 37 en mercurio, chivato, este, de
que se debía abandonar toda actividad y meterse en la cama. Actualmente,
cualquier estado de febrícula (antes de los 37 grados) te hace sentir como si
te fueras a morir.
Bueno, mi plan de ataque se desarrolla en tres fases;
primero, ingestión de agua tibia con limón; segundo, infusión de tomillo con
miel y limón; tercero, zumo natural de naranja. Una vez alcanzado este último
punto, ya viene la toma de infusión de roibos anticatarral, una maravilla de
mejunje herbáceo que llevo tomando desde hace años y que, por esas cosas que
tiene lo no eterno, lo dejan de fabricar; dejando a sus resfriados adeptos
huérfanos de cura (de “cura, cura, sana”, me refiero).
En estos momentos, me hallo en el paso dos. Bebo sorbito a
sorbito, vamos, casi libo, la dichosa infusión con la absoluta esperanza que
hidrate hasta lo más profundo de mis mucosas y estas dejen de estar alteradas y
vuelvan a su estado de calma, que es como yo las prefiero. Pero por ahora,
tienen montada tal juerga, que no paran de saltar y danzar por todas las
partes, permitidas o no, de mi cuerpo. Y, como comprenderéis, así no hay quien
duerma.
6 comentarios:
Pues a cuidar esa gripe.
Un saludo.
Ayyyy como te entiendo, llevo desde el 1 de enero (no se me olvidará la fecha) siendo una tos con piernas...no hay manera, y de la que nace del pecho.. me voy a fijar en tus infusiones y bebidas, a ver si me sirven.
Espero que tú vayas mejorando!!
Un beso
Rafael, no queda otra.
Carmela, esas toses residuales cuestan mucho de erradicar. Se atrincheran en nuestro interior y no hay manera de acabar con ellas.
Cuídate, Dintel. De mi familia política, que es muy de palabras propias, tengo oído "galipandia". Ánimo.
Juli Gan, gracias, necesito todo el ánimo del mundo. La tos no cesa. El difragma lo nota.
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