Las expectativas han muerto, aunque a veces cuando paso por debajo de tu casa o por algún lugar de los que solíamos ir, noto que levantan la cabeza para ponerme alerta y con defraudada ansiedad descubro que aun vives en algún lugar de mi interior. Y mi mente empieza con energía a levantar las sábanas que cubren los recuerdos y ahí estás tú, a mi lado, con tu ron con coca-cola y tu sonrisa, o con tu coca-cola zero “en too lo arto”, mirándome como si nada hubiera pasado. Y mi vida sigue, trabajo, compro y limpio, todo ello sin interrumpir el retraimiento que me provoca recordarte. Añoro irte a buscar al trabajo y esperarte en mi moto a que dejaras la bata sucia para lavar o plantarme delante de tu ventanilla y ceder el paso a los clientes que quieren comprar. Me entristece no volver a pasear tu perro cuando estás de vacaciones o trabajando o sentarme en el hueco de tu sofá bebiendo cerveza mientras esperamos. Mis pasos en la vida se han vuelto más lentos, me pesas y a pesar del tiempo sigo notando que me dueles. Vivo ensimismada cada vez que tu recuerdo aparece y a pesar de que las costumbres tienden a relajarse, las nuestras, desde tu ausencia, las he convertido en ritos. Me gusta recordar cuando te acompañé al médico para que te concedieran ese tanto por ciento de invalidez o cuando, resacosas perdidas, casi sin haber dormido, fuimos a buscar la pintura que la “generala” nos había mandado. Cuando pintamos el piso y cuando queriendo ir a Ikea casi aparecimos en Port Bou. Me gusta recordar todas aquellas cenas con nuestras amigas, esas risas y esas miradas cómplices. Cuando cocinaba sin cebolla porque no te gustaba o cuando la chafábamos muy pequeñita esperando que no la descubrieras. No puedo evitar llorar cada vez que me acuerdo de ti, con una sonrisa que es la balsa que recoge cada lágrima. Recuerdo cuando tocabas la guitarra y cantábamos Malú a grito pelado, o cuando chillábamos saltando con una copa en la mano “por mí te puedes ir al cuerno”. Recuerdo tus migas y tus fideuás. Recuerdo tantas horas delante del ordenador grabando, organizar tu cumpleaños y tu pedida de mano.
Pero todo en la vida es cuestión de costumbre, de esa época sólo me queda tu gesto congelado y tu recuerdo. ¿Y sabes una cosa? Adoro mi soledad, es fiel, sincera y no me hace daño.
20 comentarios:
A traves de tus palabras inmortalizo el recuerdo de los años felices, de los recuerdos con sabor a fresa.
Un abrazo
cierto poso agridulce en el ánimo, ¿no?
:-/
Eres un ser muy sensible. Perdona mi atrevimiento.
Un saludo.
Yo a veces también me acuerdo. No siempre es la misma persona, y no siempre son malas las cosas que recuerdo. Pero... qué quieres que te diga. Prefiero, antes que recordar, abrir los ojos por la mañana :-)
Ave
Aixo mateix!!
Un petò
Aixo mateix!!
Un petò
La soledad, grata y sincera amiga, la que te acompaña quieras o no, la que esta contigo aunque estes rodeada de un millar de personas...pero estas solo tu y ella...aunque esa soledad traiga esos recuerdos que con el tiempo son fantasmales quedando de si mismo la misma postal petrificada de un momento feliz.
¿Tarde lluviosa, la de ayer, en Barcelona?
tiene un cierto deje de tristeza, los recuerdos, la soledad,
post de esos que me gustan y que tanto me recuerda a ti
besos
La soledad no hace daño, sólo mata lentamente.
Besos
Tiene su lado positivo la soledad, al menos yo se lo encuentro...
bss
Las heridas duelen, y, cuando se producen en lo más sensible de la persona, duelen más, pero el recuerdo es como un tranquilizante, cuando el recuerdo está lleno de afecto y cariño. Pero, a pesar de los pesares, hay que seguir viviendo. La obligación primera de todo ser vivo es precisamente eso: vivir.
Tu escribes que "Tempus fugit", pero, aunque el tiempo huya, la vida queda. Llegarán tiempos mejores. El recuerdo estará siempre presente, pero, con el tiempo, dolerá menos.
Tu escrito está lleno de sensibilidad. ¿Real o literario?
Aunque a veces los recuerdos duelan, otras tenemos la total seguridad de que están mejor formando parte de nuestro pasado, y no de nuestro presente, que el futuro será sólo nuestro
Me gusta la soledad siempre y cuando pueda estar acompañada en cuanto cambie de parecer... vamos, que en sí la Soledad, a mí me asusta... sólo la quiero temporal, sólo la quiero cuando la necesito, y eso nunca es siempre... (uh, qué lío!)
bss!
Muy sentido tu post. Ya veo porque no quieres que se te estire la lengua. Pero sabes eso es bueno a veces, porque a lo mejor contandolo, al final no estamos tan solos. :)
Os había comentado hace rato y ahora, al volver a entrar aquí, he visto que no estaba. En fin.
Gracias por vuestros comentarios. Aclarar que es ficción como siempre pero basada en hechos reales, tanto míos como de otras personas.
Ay, la soledad... nuestra fiel compañera. Siempre.
wow, me gustan tus historias porque al final siempre hay algo con lo que sorprendes : )
Eres como el arroz con leche, sé que nunca me falla. Entro, te leo, sonrío.
Cuando se recuerda tanto a alguien, es que valió la pena, aunque ahora falte. Me gusta tu blog. Un saludo
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