Hermanadas lágrimas de insomnio y de tristeza discrepan con
eficacia de cuál es su origen. Impacto astronómico al descubrir que no son más
que el estoque curativo de la soledad. Pero si siguen así, tienden a la
cronicidad.
Subconsciente portátil en su última exhalación. El amor
había muerto en el momento inadecuado, evanescente él, desde el primer sentir,
el primer latir. Solo resta aclimatarse a la situación y masticar con lentitud
esa causalidad indeseada; esa pregunta ucrónica.
2 comentarios:
no puedo sino congratularme de la inefable inmaterialidad de tu prosa, que nos proyecta desde nuestra opaca cotidianeidad hacia el prístino orbe de las ventosidades mentales. alonit
alonit, ja, ja, ja, ja. Ahí has estado finísima.
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