1/1/08

Las uvas de la ida

Qué noche más rara. Las uvas han servido para crear nudos en mi garganta. No he derramado ninguna lágrima, me las he tragado todas.
La primera uva se me ha atragantado por la distancia. La segunda, por la añoranza; la tercera, porque no he podido entender tu rabia; la cuarta, porque si pienso en vosotras me siento estúpida; la quinta, porque nunca antes, ni estándolo, me había sentido tan sola; la sexta, porque debía sonreír, cuando sólo quería llorar; la séptima, porque mi concepto de amistad está por los suelos; la octava, porque no quiero pedirle nada a la vida; la novena, porque no soporto el devenir de las cosas, la undécima, porque no quiero pegarme a la botella cuando siento que debo hacerlo; la duodécima, porque no soy ni la doceava parte de lo que fui.

Al caminar, sola por la fría calle he tomado conciencia de mi puta realidad, sólo quiero tener fuerzas para poder soportarlo todo un día más.

4 comentarios:

el nombre... dijo...

Hay un dicho que dice que siempre hay un roto para un descocido...
Que vengo a darte aliento yo a vos!
Pero te aseguro que los compañeros me lo hicieron más ameno, al menos!
Al más!
Tengo el corazón hecho un destrozo, y ni siquiera me he comido las uvas...
Pero oí el consejo en los comments: llorar, todo lo necesario, y que las piedras sirvan para hacer caminos, no para obstaculizarlo.

Un abrazo con el alma.

Mármara dijo...

¿Y si pruebas a dar gracias por todo lo que tienes? Vale, tienes muchos motivos para llorar, hasta para desesperarte, pero ¿seguro que no encuentras otros tantos para alegrarte?

leo dijo...

Jo... sólo espero que este texto no sea del todo autobiográfico. Y si es así, me temo que sólo puedo enviarte un enorme y cálido abrazo virtual. No estás tan sola.
Un beso (además)

Anónimo dijo...

Me temo que no eres una excepción, lo cual hubiera celebrado. Estamos en la misma tesitura y ahora tus lágrimas son también las mías.
Bss de colores.
¡Feliz Año Nuevo 2008!