Tras llamar al timbre dos veces, abriste mi puerta sin esperar a que yo lo hiciera. Traspasaste el umbral de mis sentimientos y convertiste la morada de mi vida en un cálido lugar para la tuya. Te quedaste en el sofá de mis deseos mientras yo te ponía las zapatillas, te leía la prensa y calentaba tu soledad con mis atenciones. Un día, por la ventana, viste pasar a otra. En breve, se te hizo la estancia pequeña y asfixiante. Tiraste platos al suelo, me acusaste de mal cocinera, de egoísmo, de maldad, de pretender quitarte la vida de fuera. Te fuiste dando un portazo y rompiste, del golpe, mi alma de Bohemia. Con tu gesto, gané en conocimiento lo que perdí en inocencia: “persona busca persona para encontrarse a sí misma”. Esta fue la verdad del problema.
6 comentarios:
guau que descripción más maravillos de un desamor.... felicidades (por el texto, no por la vivencia, claro)
antes no, pero cuantos más años cumplo más agradezco haber tenido desamores: gracias a ellos he aprendido a valorar el amor.
“persona busca persona para encontrarse a sí misma"...GENIAL, Dintel, como siempre...
Por cierto me apunto tus recomendaciones de lectura.
Gracias por compartir tus gustos.
Qué relato tan bonito, me ha gustado muchísimo, qué gusto leerte.
Un gusto pasar por aquí y deleitarse con tus reflexiones tan bien narradas.
Bss sin portazos.
Ésa es, casi siempre, LA verdad del problema. Me encanta cómo lo cuentas.
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