Profané la tumba de tu corazón y entré en la antesala de tu
alma. Buscaba a la mujer a quien amaba. Me topé con un laberinto de emociones,
con un sinfín de sensaciones y con unos ojos azules que me cautivaron. Bajo la
hipnosis de tu deslumbrante baile, no vi la realidad sibilina. Me encandilaron
tus dulzuras, tus caricias y el deseo de besar tu piel. Me perdí en tus abrazos
y bebí de tu amargo néctar. Y ahora, vago por mi vacua vida añorando lo que
creí que era y no fue: la mujer que yo amor no existe, no eres tú. Vivo, viviré
y moriré sola porque estoy bajo la maldición de tu amor.
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