21/12/16

Todo envejece

Se me han envejecido las emociones. Tienen alguna que otra cana y la tranquilidad de estar de vuelta de todo. Reencontrarme con ellas ha supuesto una sorpresa y una alegría. Pensé que estaban muertas. Tanto tiempo escondiéndolas tras cada una de mis entrañas, para que no asomaran y fueran sorprendidas y regañadas. Las acallé aquella tarde que nuestro amor se volvió gris, cuando fui a besarte y encontré frialdad. Algo debí hacer mal, no recuerdo, para recibir tu hielo. A partir de allí, mi vida se convirtió en una continua justificación, de lo que hacía y no hacía, de lo que pensaba y no pensaba, de lo que hablaba y no hablaba, defendiendo cada una de mis decisiones, puestas en tela de juicio por ti. Me hundí. Desde entonces he estado ahogando cada uno de mis sentimientos, de mis emociones, cada jirón de amor por ti que no machacaste con silencios, reproches y reprimendas.

Ahora, cuando el dolor de tan insoportable que es deja de doler, reencuentro en el corazón, flotando en un charco de sangre e ilusiones abatidas, todas esas emociones que sentí una vez. Y, a pesar, de haberlas tendido al sol, para que se sequen y cojan el apresto de antes, se siguen notado ajadas y cansadas. Sé que dentro de poco me pedirán que las deje de nuevo donde estaban, tranquilas, flotando en el cálido caldo de lo que un día fue un corazón enamorado.

No hay comentarios: