No había previsto que el día de hoy fuera tan des-esperante.
Primero una mamografía; una hora esperando en la sala de espera. Cinco minutos
para la prueba, venga, va, le sumo dos por sacarme la camisa y el sujetador y
volvérmelo a poner y veinte minutos sentada en una silla en un pasillo
estrecho, oyendo cómo los médicos y las enfermeras de radiología hablaban de
sus planes para la verbena.
Cuando por fin de me han dado la prueba, he corrido a la
estación de tren para irme a trabajar. Los trenes no iban bien y he tenido que
esperar casi media hora. No voy a contar el tiempo que se ha ido parando
durante el trayecto. Al medio día, me he ido a la ginecóloga; tenía hora a las
cuatro y me ha visitado a las cinco y treinta y cinco. De ahí, corriendo de
nuevo, porque he salido sobre las seis y me he tenido que esperar a que me
hicieran el justificante para el trabajo, a la otra punta de la ciudad porque
tenía cita con mi terapeuta. Cuando he llamado al interfono me ha dicho que aún
no había concluido la sesión anterior, así que me he sentado en el escalón de
la puerta de la calle. Veintitrés minutos después, subía a su casa totalmente
estresada (no soporto esperar) y empezaba mi terapia. He acabado la sesión con
los ojos cerrados, mezclando en mi mente dos colores y ella tocando un cuenco
tibetano sobre mi cabeza. Eso sí, me siento liviana y liberada. Aunque en el
fondo, muy en el fondo, les daba yo cuenco tibetano a todas aquellas personas
que me han tenido perdiendo el tiempo hoy.
martes, 19 de junio
2 comentarios:
Me alegra saber que el blog es pura literatura...de lo contrario sería para coger de verdad el cuenco tibetano..jajaja.
NOOR
Noor, siempre pura literatura... no vaya a ser verdad y esté escribiendo mis memorias.
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