Hoy, es de aquellos días buenos que
añoro cada día malo que tengo. Sin motivo alguno me he levantado feliz. ¿Será
que empiezo a aparecer de nuevo? No sé. Había programado irme fuera a ver una
feria de gallos que hay en un pueblo de por ahí, pero el tiempo no acompaña y
me he quedado en casa. He encendido, yo que no soy de encender, todas las velas
que he podido; al menos que me acompañe el fuego. Me he puesto la radio. Me
gusta. Me recuerda a mi madre. Ella siempre la escuchaba. También me recuerda cuando
iba de excursión, tranquila, feliz, en el coche, escuchándola interesada porque
trata muchos temas que desconozco y me interesan.
He puesto las añoranzas en la
lavadora. He utilizado jabón líquido y mucho suavizante, para que, una vez
secas, sea más fácil vestirlas. Un programa largo a alta temperatura, que se
suelten todas las distorsiones que el tiempo va adosando.
Y ahora me siento a escribir. Y por
la radio dicen que hace 75 años que se inventó el bolígrafo. Y han explicado la
historia. Se ve que su inventor se inspiró en unos niños que jugaban con unas
canicas y cuando salían de un charco dejaban un pequeño reguerito. De ahí la
bolita de la punta del bolígrafo. Yo soy
una sibarita de los bolígrafos. Según en qué momentos me apetece escribir con
unos o con otros. Realmente mis preferidos son los Bic. Pero hubo una época que
utilizaba los Corbina. Cuando era joven, en primero de E.G.B. (yo fui a E.G.B.)
mi madre me compró por primera vez un boli para el cole. Bueno, cuatro: verde,
azul, negro y rojo. No sé cómo describirlos. No eran tubulares, eran
prismáticos y más estrechos en la punta, de color amarillo tirando a ambar. No
tenían “capuchón”, si no que se tenía que clicar un botón arriba de todo para
que saliera la punta. Llevaban la pestañita metálica para poderlos llevar
fijados en un bolsillo o en cualquier solapa. Los colores se diferenciaban
porque arriba tenían una franja del color con el que escribían. No sé si quién
lea esto se podría hacer una idea de cómo eran. Por si acaso:
Ayer me regalaron unas fotos mías
de hace tiempo. Sola en casa, abrí el sobre y me las miré. Serán de hace cinco
o seis años. Se me encogió el corazón. Supongo que tomar consciencia del paso
del tiempo afecta. En todas estoy sonriendo. ¿Sonreía siempre? No sé. Lo único
que sé es que ahora no lo acostumbro a hacer. El otro día me dijeron que yo era
una persona seria. ¿Yo? ¿En qué me estoy convirtiendo? Sí, me reafirmaron,
siempre se te ve pasar con esa seriedad.
Por la noche, antes de dormir,
pensaba en esto. No quiero ser seria. Nunca lo he sido. Si precisamente a todo
le saco puntilla y cualquier cosa negativa que me ocurre, siempre acabo
convirtiéndola en un chiste. No quiero ser taciturna. No. No. Y no.
Huy, sale el sol. Me voy a dar una
vuelta. Debo velar por mi vitamina D.
2 comentarios:
Curiosa la invención del bolígrafo. Si algo he coleccionado en mi vida han sido bolígrafos (y plumas), siempre me han atraído, desde pequeñita, que siempre se los robaba de la camisa a mi tío, jeje.
A sonreír!!
Creo que hoy tengo un tirón en un tendón de la mejilla, supongo que de tanto sonreír. Mejor, descanso un poco en la seriedad.
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